- viernes, 13 de diciembre de 2024
- Actualizado 19:57
Decía acertadamente Tarradellas, el político catalán con nombre de pizza precocinada, que en política se puede hacer de todo menos el ridículo.
Si el ridículo se hace alrededor de una capilla ardiente y posterior funeral, que es a lo que se ha dedicado Txibite y Marlaska durante todo el fin de semana por Pamplona, entonces ya no es solo ridículo, es alguna otra cosa más siniestra, que les invalidaría en cualquier país, ni siquiera avanzado éticamente sino normal, para ostentar cargo público.
Un amigo mío de fuera de esta charca que es la Nafacroa, al ver las imágenes del ministro paseándose altivo entre la familia del muerto, me preguntó si la que salía en las fotos al lado, con cara compungida, protagonista, era la viuda recibiendo el pésame.
No, esa es Txibite, le dije, la presidenta de Navarra y del PSOE de aquí, los que han acordado con el alikate del partido de la Eta, que en Irroña no se guarde un minuto de silencio por el vecino de Sarriguren asesinado por unos narcotraficantes en Cádiz -a tenor de los vítores que se escuchan en los videos con los que celebraba la parroquia que los hubiera pasado la lancha por encima, más Euscádiz que nunca-.
Marlaska y Txibite se montaron un acto político para ellos, de ellos, solo con ellos, en mitad de un entierro de un Guardia Civil. Una familia despidiendo a su hijo, a su hermano, a su marido, al padre de dos niños de 6 y 9 años, y estos dos posando para salir en el telediario como más votos pensaban que les podía dar el asunto. De nada sirvió que la viuda les dijera que no los quería ver ni a kilómetros del ataúd, que no aparecieran y los dejaran en paz, ellos se tuvieron que montar el show político, ajenos a los deseos de la mujer.
La viuda no cedió. Se mantuvo firme en su negativa a que los tomaran por un decorado en un set de televisión y a Marlaska le dio igual. Por allí estuvo danzando como si un entierro, al que no le habían invitado, en el que ya le habían avisado de que no era bienvenido, fuera la alfombra roja de los Goya por la que desfiló su jefe Sánchez el día anterior, de risotadas, sin respeto alguno por los dos Guardias Civiles a los que con material ridículo, una puta zodiac, los había empujado su gobierno al matadero.
Es todo nauseabundo. La política ha llegado con el Psoe a unos niveles tan inhumanos, pasa por encima de vidas anónimas como si estos dos asesinados y sus familias solo fueran un problema teatral para el sanchismo, de echar la pota. El equipo de comunicación del PSOE necesitaba unas imágenes para vender publicitariamente a la opinión pública, propaganda, y las intentaron conseguir por encima del dolor de la familia. Estos imbéciles se piensan que todo es un juego, que viven en mitad de una serie de televisión sin consecuencias. Esto es la vida real, estáis traficando con sentimientos verdaderos de personas de carne y hueso. Esto no es El ala oeste de la Casa Blanca, hijos de fruta.
No les vale con adueñarse de nuestras vidas, obligándonos a seguir sus reglas arbitrarias, que también pretenden los del PSOE hacerse con nuestras muertes para usarlas como más les convenga para su farsa de sacar votos. Es desquiciante, es vomitivo. Y eso todo.