Como de la mesa no me iba a levantar, que la comida el día 7 de julio con los amigos, antes de ir en desfile a los toros, es sagrada, inauguro una nueva fórmula de escritura de opinión: el artículo mancomunado sanferminero a los postres, con el gintonic. Para que luego digan que no se puede teletrabajar en San Fermín. Teníamos ganas todos de hablar del asunto y, en vez de hacerlo a voces mientras comemos, lo hemos dejado para el final con un poco más de orden. Señor pirotécnic, puede comenzar la mascletá.
Vaya carita de pánico la de Asirón por los cuatro gritos que le han pegado esta mañana en el burgo de San Cernin. Aplicando la lógica aberchandal, la que habéis enseñado desde hace décadas al personal, el alikate habrá ido a provocar. Si se hubiera quedado en su burgo, no habría pasado nada. Que no ha pasado nada en realidad, basta con ver las imágenes para darse cuenta. Los escoltas de Asirón -vaya cápsula de seguridad lleva, tú, ni Trump- ponen la mano en el pecho de un tipo que le grita y al alikate se lo llevan de allí atropelladamente. La cosa ha recordado a la evacuación de Sánchez paseando por Paiporta, muchos guardaespaldas y poco pueblo haciendo algo punible.
No ha habido agresiones como nos enseñaron los aberchaldes en la calle Curia que pueden producirse, que allí sí que hubo palos: un tabique nasal reventado a puñetazos a un policía, por ejemplo, y zarandeo y salivazos contra los concejales de la oposición. Por Curia, estos últimos años, el alikate ascendió feliz entre sus partidarios violentos, con una sonrisa de oreja a oreja. Ahí están las fotos y la hemeroteca. Cuando los violentos son sus aberchandales, no hay nada que recriminar.
La realidad es que en Pamplona hay cada vez más signos de que la gente está hasta las narices del aberchandalato guerracivilista creado por el PSOE con sus socios Bildu y PNV, un régimen nacido desde el minuto uno para la corrupción. Socialistas y aberchándales han creado un monstruo violento y, ahora que la gente se defiende de ellos, a llorar. Tu proyecto político es la discordia y cuando la tienes, enhorabuena, la discordia, lejos de quedarse callada, sometida, te ha salido respondona. ¿Qué esperabas, otra vez mandar al matadero a las personas de forma dócil, sin que protestaran, como cuando el tiro en la nuca?
Muchos llevamos años diciendo: cuidado, que jugar a la violencia guerracivilista es muy peligroso porque la otra parte también puede aprender y devolvértela. Pero no nos hicisteis caso. Y ahora los sustos… y eso que solo le han gritado. ¿Ya no es libertad de expresión gritarle al alikate, ahora es un terrible acto violento, una forma fascista de manejarse contra el poder? Chico, no sé, háztelo mirar, que de tanto relativismo moral vas a acabar metiéndote un trompazo contra el suelo, mareado.
Los aberchándales, cuando la violencia era solo suya, y a lo grande, asesinatos y mutilados y esas minucias, al asesino lo consideraban un actor legítimo político del conflicto. Ahora que les gritan, esto ya es fascismo.
Por cierto, una ideología nacida por y para el asesinato y la mutilación y la extorsión con fines políticos, pidiendo protección policial a la misma policía que despreciaban hace dos teleberris —niños, cantad conmigo: ¡politzia, kanpora! ¡txakurras! ¡zipayos!—. Qué cosas nos han tocado ver, la virgen. Y qué cosas no veremos en el futuro. Camarero, la cuenta. Invito yo a estos señores. Nos vamos a ver la corrida. Maestro, proceda con el pasodoble Pamplona, feria del toro, del dios sanferminero Turrillas. Y eso es todo.
