Siempre andan a vueltas estos con negar la existencia de las cosas que no pueden acotarse, por cierto, intentando desacreditar realidades que no tienen un principio claro.
- lunes, 30 de septiembre de 2024
- Actualizado 13:34
Los grandes dramas de la vida pocas veces tiene que ver con los grandes dramas de la vida. Por lo general son pequeños. Todos. Tengo un amigo que siempre se pregunta en qué piso le pondrán la chapa de "esta es la casa de Fulanito" si le dan el Nobel de Medicina. Porque claro, prosigue, cuando nací, fui a un edificio del que no recuerdo nada, ni el número del portal. Mi casa natal no existe si me dieran el premio ese. Ni mi casa infantil porque tuve varias. De mis pisos de estudiantes, prosigue, ni hablo porque, en realidad, los pisos de estudiantes son habitaciones de estudiantes.
Mi vida profesional, por la que hoy me dan este premio, despegó en una estancia en una ciudad Europea, pero ya no existe mi alojamiento porque derribaron la casa, sustituyéndola por un bloque moderno hasta con otra orientación. ¿Cuál sería mi casa por antonomasia? Ninguna. Si ridículo sería poner una chapa en un lugar que existe, imagínate lo absurdo de colocarla en uno que no existe. Aquí estuvo la casa... y se la calzan a otra, que es como decir de alguien que este pudo ser el gran amor de su vida pero no se llegaron a conocer, ni a verse, si quiera. Nunca.
Yo he sido muy feliz en hoteles, prosiguió con su exposición, como tantos otros miles, que han pasado por sus habitaciones. No recuerdo el número de ninguna de ellas. Algunas habitaciones, como los hoteles de cuatro estrellas son siempre el mismo hotel, con su misma distribución, recibidor estrecho con su armario a la derecha y baño a la izquierda, posterior cuadrado con su cama y su ventana cerrada por un hermético telón, me bailan y ya no sé si fuera estaba Madrid, Málaga o Logroño.
Aquí estuvo el recuerdo, puede que incluso la fantasía, de la estancia de Fulanito de tal en nuestra ciudad.
A mí en ese punto me dio por recordar que durante los años del cole, mi mayor evasión consistía en mirar por la ventana y tratar de colocar sobre esas aceras, edificios, jardines, el antiguo estadio de Osasuna en San Juan. Pues más o menos debió de estar por aquí... más o menos. Hace pocos años colocaron un banderín de metal en el que aseguran que ahí estaba uno de los córners. A mí me trastocó un poco todo mi recuerdo porque en mi fantasía el césped estaba sensiblemente más hacía monasterio de Urdax. Qué más da, si lo que importa es que Osasuna existe... del que no tenemos afortunadamente ni fecha clara de fundación.
¿Se puede hacer historia? Pues no lo sé, yo ya creo que no, desde luego no con esa seguridad con la que el nacionalismo la convierte en granito. Esto fue así, empezó este día y terminó este otro. Siempre andan a vueltas estos con negar la existencia de las cosas que no pueden acotarse, por cierto, intentando desacreditar realidades que no tienen un principio claro, que es por lo que precisamente se puede saber lo antiguas que son, mucho más que las realidades que tienen fecha de nacimiento, que lo que suelen indicar es artificialidad.
Si no se sabe cuando nace España no es porque no existiera, es porque es una realidad que durante siglos se dio por hecha, nadie necesitaba cuestionarla, estaba, era. ¿Cuando nace Navarra? Pues lo mismo. ¿O cuándo nos hicimos amigos? Las cosas antiguas, las verdaderas, son un proceso, generalmente lento. Uno no se acuesta sin cuadrilla y al día siguiente la tiene configurada.
De lo que estoy seguro es de que lo que no se puede hacer es memoria... que por definición es siempre mentirosa, partidista, como todas estas leyes que están vigentes de memoria histórica que nada tiene que ver ni con la memoria, ni con la historia y sí mucho con la fantasía, es decir, con lo que la ideología necesita que sean en cada momento para sus enredos presentes y futuros.
