• domingo, 08 de septiembre de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Nada de Pobre de mí, Viva Navarra en fiestas

Por Javier Ancín

Si los Sanfermines son las fiestas de Navarra -que para eso San Fermín es el patrón de toda la comunidad-, ahora empiezan las fiestas particulares y podemos devolver la visita: del Viva Santa Ana a la bajada del Puy.

Plaza de los Fueros de Tudela durante el cohete anunciador de las fiestas de Santa Ana en julio de 2023.
Plaza de los Fueros de Tudela durante el cohete anunciador de las fiestas de Santa Ana en julio de 2023.

Cada día 14 de julio, ya desde el amanecer, esa sensación de final de curso, de bueno, aún queda un día pero hay que ir haciendo balance, recogiendo los papeles, cerrando los cuadernos, metiendo los libros en la mochila. Siempre el mismo sentimiento dominante, la melancolía de ver cómo desmontan todo el vallado, los gigantes se despiden de los críos, mientras que a la ciudad aún le quedan horas de fiesta, la corrida, los fuegos... este año en hermandad el partido de España contra Inglaterra en Yamaguchi.

A mi generación, a ese sentimiento de pérdida, le puso imágenes Antonio Mercero en la serie Verano Azul. Chanquete cascaba, la cuadrilla se dispersaba, Pancho se quedaba solo en Nerja, siempre el palo más gordo en toda despedida se lo lleva quien se queda, y de fondo el Dúo dinámico cantaba el final del verano, que puede que sea la canción más triste que tiene el pop español.

A lo mejor ahora los chavales ya no tienen esa sensación, tan conectados aunque estén a cientos de kilómetros los unos de los otros, no lo sé, pero a la mía nos traumatizaron continuamente con finales chungos. Es más, los finales siempre eran chungos. Mira, chico, es lo que hay, la vida siempre termina mal, vete acostumbrándote. Y a eso se dedicaron, a jodernos. Hoy a ese ejército de guionistas sin escrúpulos les habrían encarcelado los pedagogos.

El 14 de julio siempre es un final, una despedida, por mucho que se quiera mirar hacia otro lado, por mucho que se quiera seguir bailando como si nada ocurriera, por mucho que alguien diga que ya falta menos para los Sanfermines del 2025. Allá está el 2025... tan lejano como un sueño, tan inquietante como una travesía en chalupa por un mar sin tierra a la vista.

Pero intentemos ser positivos, que no cunda la depresión. Si los Sanfermines son las fiestas de Navarra -que para eso San Fermín es el patrón de toda la comunidad- que se celebran en su capital, Pamplona, ahora empiezan las fiestas particulares y podemos devolver la visita: del Viva Santa Ana a la bajada del Puy.

En mi cuadrilla tenemos a Juan que cumple años mañana y si nosotros hemos sido capaces durante los años más locos sanfermineros de juntarnos los 15 de julio para celebrarlo, a veces en unas condiciones deplorables, como ese tercio español en Rocroi que sale en la peli de Alatriste, heridos y tambaleantes, pero sin rendirse nunca, cualquiera puede sobreponerse y continuar con el itinerario épico festivo estival, que rima con vital.

La Navarra en fiestas es un territorio que si alguien aún no lo conoce no decepciona su exploración. Nos vemos en las juergas. Y esta noche, en las pantallas gigantes que pueblan España para ver la final de la Eurocopa. Yo, como medio vivo en San Sebastián y llevo una temporada sin regar los tiestos, elegiré la que han colocado en el estadio de Anoeta, así también mañana puedo ir temprano a la playa, a mearla un poco, como buen navarro en proceso de regeneración hepática. Sí se puede, hermanos. Y eso es todo.

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