Pamplona es el último episodio de Verano Azul en bucle. La gente parte, buscando vida y prosperidad lejos de aquí. Pamplona es Pancho, resignado a su mala suerte, esperando que la pandilla vuelva el próximo verano… hasta que ya no vuelve.

Siempre es triste el final del verano. Este año, incluso, se ha muerto Manuel de la Calva, la mitad del Dúo Dinámico, la mitad de la canción más triste de todas las canciones tristes que conozco. Sonaba cuando volvíamos de pequeños de la playa, justo al llegar el coche al Carrascal, donde casi siempre empezaba a llover. En Pamplona el mal tiempo es una condena: aquí muchos hemos sido melancólicos incluso antes de tener nada que añorar.
No hay cosa más triste que un amor de verano, siempre con fecha de caducidad, como los yogures: nos escribiremos, nos llamaremos, nos esperaremos… Nah, olvídate. Y no hay cosa más mala para el alma que tratar de olvidar lo que no quieres que se olvide.
Pamplona es el último episodio de Verano Azul en bucle. La gente parte, buscando vida y prosperidad lejos de aquí. Pamplona es Pancho, resignado a su mala suerte, esperando que la pandilla vuelva el próximo verano… hasta que ya no vuelve. Porque todos crecen, cambian de destino y se olvidan. En cada despedida hay más tristeza en quien se queda que en quien se va. El que se va al menos tiene horizonte, expectativas; el que se queda solo ve los fantasmas de los ausentes en calles vacías y locales cerrados.
Ay, Joaquín Sabina, cuánta razón: En Comala comprendí, que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver… Y menos en otoño. Y menos en invierno. ¿Alguien ha leído Pedro Páramo? Da igual: si alguna vez has visitado en temporada baja el sitio donde veraneabas, ya conoces el pueblo de Comala.
Mientras tanto, en mitad del ruido de banderas y guerras lejanas, tan callando, como la muerte -Recuerde el alma dormida, avive el seso e despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando-, en silencio, en mitad del ruido, sin que lo notemos, para que no lo notemos, para que pase inadvertido —sigue gritando, agitando banderas, sigue perdiendo el tiempo boicoteando pruebas ciclistas como si te fuera la vida en ello—, nos enteramos de refilón, bajito, para que no despierte el alma y no se indigne nadie, de que al final el Polo que se fabricaba en Pamplona ha partido lejos de aquí: el nuevo modelo Polo eléctrico será ensamblado en Barcelona.
Sánchez prefiere mimar al PSC y a Illa, dejando a Txibite, que no ha hecho nada por evitarlo, tan muerta como Chanquete. Al PSOE le importa el PSN una higa… y ni siquiera es la de Monreal.
Antes los amores de verano se iban y uno no volvía a saber de ellos. Hoy puedes cotillear en sus redes: ahí los ves radiantes, felices, con nuevas parejas y nuevos destinos.
“El final del verano llegó y tú partirás. Yo no sé hasta cuándo este amor recordarás, pero sééééééééé que en mis brazos yo te tuve ayer. Eso sí que nunca, nunca yo… olvidaré.”
Igual que pasará con el Polo: allí, en Martorell, brillando con vida nueva, mientras aquí, en la planta de Landaben, en Pamplona, solo queda la melancolía de lo perdido mirando las fotos de la fábrica de Barcelona. Y eso es todo.