- sábado, 14 de diciembre de 2024
- Actualizado 08:14
Urgentísima es la labor a realizar, pasadas ya dos semanas de la DANA causante de la catástrofe natural sin precedentes en Valencia (principalmente) Castilla la Mancha, y Andalucía, que afecta a una población total de casi 900.000 habitantes. Es necesario resolver, la deplorable y angustiosa situación de las personas y familias, que han perdido sus viviendas, pertenencias, negocios, sin medios de subsistencia, con riesgo sanitario, y la reposición o reconstrucción de las infraestructuras de todo tipo, normalizando los servicios habituales y la vida educativa y laboral.
Así mismo facilitar y abreviar los trámites burocráticos para acceder a las ayudas anunciadas, al parecer insuficientes según los afectados.
Pero parece que es prioritario y urgente para el Gobierno Central la búsqueda de responsables, por la posible demora u omisión respecto a la alarma emitida/recibida sobre la DANA, algo que llevará su tiempo, y además no solucionará nada, ni a los tristemente fallecidos, ( contabilizan 223,aparte desaparecidos) ni a muchas otras personas que quizás no lleguen nunca a conocer el fallo firme e inapelable de la Justicia.
Los preceptos de la C.E. en concreto el art. 116 respecto al estado de alarma no se han interpretado de igual forma por las instituciones, que debieron intervenir de inmediato, con todos los recursos y medios existentes de la nación, reflejándose las miserable diferencias de unos y otros, al tratar de las competencias, y sobre todo al no coincidir el signo político del Gobierno central con la Comunidad más afectada.
La ley Orgánica 4/81, desarrolla el art. 116 de la C.E. y en su art. 4 se refiere al estado de alarma, por una catástrofe de este tipo y magnitud y cuya intervención recae en una Comisión del G. Central (tiene una Delegación en cada CCAA) así como del Comité Nacional de Protección Civil de Emergencias, que califica las alertas en un escala de 1 a 5.
Un vergonzoso cruce de manifestaciones y declaraciones con frases como “no nos han llamado” “si necesitan ayuda que la pidan” o acusaciones sobre donde estaban en ese momento ciertos “responsables o irresponsables” si en una reunión. una comida, un viaje fuera del país, han sido un absurdo espectáculo que no puede ni debe repetirse.
El ministerio del Interior, vista la gravedad de la catástrofe, debiera haber concertado desde el principio, la ordenación y coordinación bajo un mando único, jerarquizado y sectorizado, según los diferentes escenarios gestionando todos los recursos estatales, autonómicos y locales.
Digo políticos “irresponsables” en el buen sentido del término, aunque opino que en su caso, sí son responsables de la persona que han puesto a “dedo” en un primer o segundo nivel, que permite la ley, en ministerios, consejerías, departamentos, organismos o agencias quienes son los primeros y directos responsables en estas de situaciones excepcionales.
Dudo muchos de que esos “cargos de confianza” tengan la suficiente formación, y conocimiento, como la del funcionario técnico de carrera, por oposición, y probada experiencia, en el correspondiente organismo o dirección general, pero que en la mayoría de las ocasiones pasan a un tercer nivel o plano, no decisor.
No pretendo impedir que el político, que no ha hecho ninguna oposición para su puesto de ministro o consejero, o director de una agencia, no pueda rodearse de algún asesor de su confianza, y más cuando su cargo no tiene nada que ver con su presunta dedicación o profesión anterior.
Algunas carteras o “chiringuitos” de nueva creación no precisan apenas formación técnica ni experiencia, pero en cuestiones tan técnicas como la previsión de los posibles efectos catastróficos de una DANA y la inmediata actuación coordinada de las medidas a tomar y los recursos a utilizar, deben ser motivo de reflexión y de actuar en conciencia.
Hay que terminar con la frivolidad del amiguismo, enchufismo, y nepotismo, y conceder al funcionario, por su objetividad, formación, conocimiento y experiencia, la importancia, no exenta de responsabilidad, que merece y desterrar esas caprichosas designaciones que al “irresponsable” político” de turno no le van a llevar la contraria, y le pueden conducir al fracaso.