Muchos navarros para no “chocar” con la realidad actual, quizás debiéramos antes que plantear un ilusorio centro, apostar si así lo creemos de verdad, por una Comunidad Foral diferenciada e integrada en la nación española.

Leyendo una plausible reciente opinión en cuanto a la posibilidad del centro político en NAVARRA, donde el autor apuesta “por la vuelta al carril de centro, antes de chocar de frente con la realidad” me viene al caso, la frase de Margaret Thatcher, que circuló sin complejos por la derecha: ”Estar en el centro de la carretera es muy peligroso; te atropella el tráfico de ambos sentidos”, y eso que en el Reino Unido se conduce por el carril izquierdo, por lo que me crea duda esta opción centrista.
En cuanto a lo de “chocar con la realidad”, recojo la opinión de un reconocido autor, y político, que trata, honestamente, de” conjugar la lealtad a su partido y su libertad como ciudadano” dejando entrever a mi juicio, el dilema del citado partido entre uno de sus principios básicos, aprobado en el último Congreso: “Navarra como comunidad diferenciada…” que será muy complicado compatibilizar, a la vista de los los pactos para seguir en el gobierno, con las aspiraciones nacionalistas/anexionistas de parte de sus actuales socios, a pesar de su tradicional política de pactos y alternancias en tiempos pasados.
Esos pactos y alternancias en el Gobierno navarro durante casi tres décadas, han tenido provechosos resultados, en ocasiones sin coincidir con el gobierno central, pero en estas tres últimas legislaturas (y las que puedan seguir) la realidad es que ha primado para uno de los partidos llave o clave, el disponer de su cuota de cargos o, en su caso, la “ficción” de poder total, con una cínica connivencia con fuerzas radicales de izquierda, nacionalistas y secesionistas con el indigno sometimiento al gobierno central.
El filósofo norteamericano George Lakoff afirmaba que “el centro ideológico o político no existe”, basándolo en un evidente argumento: es imposible colocar la mayoría de los asuntos de que trata la política -impuestos o el gasto público, el divorcio o el aborto, la sanidad o la educación- en una escala lineal y situar al partido centrista siempre en el punto medio de esa escala. Equidistancia imposible, entre otras razones, porque muchos de esos asuntos son de “sí o no” y no hay escala que valga.
Basta con un breve repaso de la historia política para comprobar donde han ido la serie de los denominados o considerados partidos centristas, desde UCD, CDS, REFORMISTAS DE ROCA, UPyD, CIUDADANOS etc. que dando bandazos, a derecha o izquierda, hasta su desplome han vuelto habitualmente al grupo de donde surgieron.
Una mayoría informada no quiere mojarse, confiesa estar cerca del centro, pero otra gran mayoría conducida y manipulada, un día vota a la izquierda y a lo mejor otro día a la extrema derecha. En la raya del medio, no existe espacio estable, aunque ahora sea una banda estrecha en algunas calzadas peligrosas, pintada de rojo.
Cada votante, especialmente el que se dice de centro, maneja su propia escala de principios e intereses. Están, por usar la terminología de Lakoff, los biconceptuales: personas que en unos aspectos de la vida son conservadores y en otros son progresistas. Conservadores y liberales en economía, por ejemplo, y progresistas en derechos civiles o viceversa. Ninguno de centro puro.
Muchos navarros para no “chocar” con la realidad actual, quizás debiéramos antes que plantear un ilusorio centro, “a la intemperie y sin barra ideológica que permita mantener un sólido equilibrio” (como afirma un autor del que permítanme no recordar su nombre) apostar si así lo creemos de verdad, por una Comunidad Foral diferenciada e integrada en la nación española, de acuerdo a nuestra Ley de Amejoramiento.