• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

El Arcángel regaló dulces sueños

Por José Mª Esparza

No anda la situación social de Osasuna para precisamente soñar con angelitos, pero lo cierto es que, con el protagonismo de Xisco, el equipo brindó en Córdoba la posibilidad de hacerlo.

Partido Osasuna-Córdoba LA LIGA (3)
Partido Osasuna-Córdoba LA LIGA

Lo bueno que tiene abrir jornada en viernes es que, si las cosas salen bien, marcas la pauta a los demás equipos. Les presionas, como logró hacerlo Osasuna en Córdoba, durmiendo de líder. Los demás ya saben quién manda y  dónde mirarse. Además, si vieron el partido, pudieron comprobar cómo el equipo de Diego Martínez combinó a la perfección sus dos facetas, la que busca la victoria con la más centrada en contener y apagar al conjunto rival. Una y otra encontraron en El Arcángel cordobés a un futbolista de referencia, Xisco, a quien le venía como anillo al dedo un choque de las hechuras del disputado en el estadio donde triunfó como local. El mallorquín dio la cara sobre el césped a diferencia de quien se esconde, también en el anonimato, para manipular este club.

La victoria de Osasuna invita a soñar con la situación deportiva, pero no puede paliar el dolor por la oscura situación social que atraviesa la entidad, que acaba de sufrir un golpe de estado encubierto de legalidad. Es duro recordar que Adolf Hitler se hizo con el poder salido de unas elecciones y luego despachó a sus rivales, cambiando las leyes a su antojo, amparado por un parlamento que dominaba y despreciaba. Es lo que ha ocurrido en el primer club navarro con el último cambio estatutario que ha boicoteado el proceso electoral. En este caso el dictador se llama Fran Canal, que flaco favor le hace a su benefactor Luis Sabalza, quien hace tres años pudo presumir de ser elegido por aclamación, pero esta vez nadie la ha votado gracias a la cacicada previa con que ha propinado una patada a las urnas. Cuenta con la razón estatutaria, obvio, pero siempre le acompañará la sombra del pucherazo. Una pena.

Volviendo a Córdoba, esta vez salió Osasuna a ganar. Eso se palpa con el silbido inicial. Basta ver dónde se sitúa la línea de contención, cómo corren o se intercambian los extremos entre sí (Coris y Torres), o con sus compañeros del centro (sobre todo Quique, ya que Xisco siempre fue la referencia en la punta), y si los pivotes (Torró y Tienza) se pegan a la línea de atrás o reparten a los susodichos. Cuando Osasuna sale decidido a ganar hay otra alegría, más movilidad, el partido transmite vida, ilusión, esperanza. El equipo de Diego Martínez sufre igualmente las consabidas dificultades para hacerse con el balón o concatenar tres pases seguidos, pero cuenta con recursos para paliar su deficiencia a través de la verticalidad, sea a través del fútbol directo o de pases en profundidad.

Los rojillos contaron en Córdoba tantas ocasiones como veces que pisaron área. Anotaron el cabezazo de Xisco, tras brillante jugada de Torres-Coris, pero bien pudieron anotar una goleada de escándalo si acierta Xisco la primera suya, y luego lo consiguen también Torres, Quique, o de nuevo el referente de Santa Ponça. Hasta Lucas Torró se tomó el lujo de trazar cabriolas y filigranas dentro del área andaluza. Y es que, todo hay que decirlo, también el plantel de Juan Merino ayudó al lucimiento rojillo. El cuadro califal dio pena. No dio una, atenazado por problemas clasificatorios y también por la falta de acierto en cualquiera de sus líneas, principalmente la ofensiva.

Tampoco hay que echar la culpa al Córdoba de la victoria de Osasuna, sino destacar las virtudes del once navarro, especialmente de un jugador, Xisco, que supo leer el partido como nadie. LLevó el juego a dónde más dañaba a los blanquiverdes, puso el ritmo que pedía el partido, bien reteniendo el balón como sólo él sabe o conduciéndolo con seguridad por el eje. Además se erigió siempre en el ‘nueve’ de referencia, además de trabajar para cortar las salidas del rival o bajar a defender si el momento lo requiere. En fin, cuenta con recursos para parar y controlar el balón, protegerlo de espalda, regatear a tres rivales en un metro de cuadrado, o cabecearlo a la red. ¿A quién recuerda? Salvando las distancias, hasta por su corpulencia no cuesta mucho compararlo con Savo Milosevic.

Con el gol a favor no se replegó el conjunto de Diego Martínez. En los cambios (pieza por pieza con la entrada de los dos argentinos, Mateo y Arzura) dejó bien claro el técnico que no se cerraría para especular, sino que aunque tocaba trabajar de forma oscura, tirar de repertorio y defender la posición con disciplina espartana, el contragolpe pasaría a ser arma letal, como efectivamente pudo serlo. Después, en los minutos finales, con todo el arsenal ofensivo del Córdoba sobre el césped, sacó a Unai García como tercer central. Lógico, pese a que los locales seguían sin dar sensación de peligro.

Por buscar un pero, de nuevo el hecho de ver a Aitor Buñuel en la grada, es decir, la bofetada que supone ver siempre a los mismos, los que sin duda han alcanzado el liderato provisional,  sin que los canteranos puedan compaginar fuerzas con ellos. No deja de ser una forma de poner otra piedra en la devaluación del poco o mucho patrimonio deportivo logrado en los últimos años. En Córdoba vio Lillo la quinta amarilla… igual le sustituye Manu Herrera, el único fichaje que no juega. Demagogia pura, pero es que además del liderato importan otras cosas que quizás no merezcan tal trato. Es lo mismo que le ha ocurrido al socio en estas elecciones, que tampoco ha recibido el trato que merece. Por miedo a perder el poder, se le ha impedido hablar, decir, decidir, elegir… Muy grave.


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El Arcángel regaló dulces sueños