Desde la alineación de Osasuna y Real Madrid hasta su comportamiento en el campo, ambos equipos hicieron un paréntesis en el campeonato, cada cual a su modo.
- miércoles, 04 de diciembre de 2024
- Actualizado 05:46
Desde la alineación de Osasuna y Real Madrid hasta su comportamiento en el campo, ambos equipos hicieron un paréntesis en el campeonato, cada cual a su modo.
Partido insólito, con ambos equipos con alineación tipo copera, es decir, de refresco, con rotaciones. Podría calificarse de circunstancias. Los entusiastas responderán que es bueno dar oportunidades a todos, que ya tenemos un equipo y que era el momento de demostrar que también una plantilla. En cualquier caso, podrá haber consenso en que Osasuna salió a cumplir con decoro, dicho de otro modo, a dar la cara en caso de más que una posible derrota, mientras que al Madrid le bastaba con ganar con lo mínimo. Nadie jugó muy bien, ni tampoco mal. Cumplieron. Así se concretó el guión en el Santiago Bernabéu. La derrota no pesará en Tajonar, ni romperá la dinámica, ni levantará sospechas o dudas. Todo bajo control.
Las revoluciones en la alineación siempre admiten una segunda lectura. El once de Jagoba Arrasate, también. Si su apuesta hubiera obtenido algo positivo, merecería hoy la categoría de genial, y él míster de genio. Pero la realidad es otra. Podrá decirse que Osasuna se contentó con salvar la imagen, que es lo que buscó, y además no quemó a su once estrella en un escenario tan comprometido, pero la cita deja también sensaciones extrañas. Quizás la insólita jugada del centro de Odriozola, el remate a bocajarro de Raúl Navas, y el paradón de Rubén Martínez con el fallo postrero de Jovic sea la que mejor resume este partido raro. Acabó en nada.
Osasuna cumplió como bloque en el arranque de cada fase. En la primera, al provocar con su presión la desconexión de las líneas blancas, donde solo funcionaban, y sólo por momentos, las conducciones individuales. En la segunda, tras dar un paso adelante y buscar inquietar algo con el trueque de Chimy-Villar en lugar de Brandon-Cardona. Poco más. Una y otra tentativa quedaron abortadas por los goles brasileños de Vinicius y Rodrygo, los dos en acciones individuales por la banda izquierda, la de Lillo. Ambos tantos pesaron más de la cuenta. En lugar de provocar una reacción, como otras veces, trajeron el hundimiento. Sólo quedaba cumplir con decoro.
Más allá de esa elogiable interpretación coral a que nos han acostumbrado los rojillos, el partido dejó la rara sensación de no crear en los noventa minutos algo parecido a una ocasión. Al Madrid le bastaron los centrales para controlar absolutamente el partido. Mandaron en todo. El juego directo no funcionó ni un solo momento. En la primera parte se perdió Brandon, le dieron vértigo las dimensiones del Bernabéu, mientras que Marc Cardona demostró que abre espacios con más facilidad que los aprovecha. Después, en la segunda mitad, el partido estaba muy cuesta arriba para Chimy y Villar, pese a que salieron con el marcador aparentemente abierto.
Tampoco el Real Madrid recordará este partido dos días después. Movió la plantilla, cumplió sin despeinarse, Kroos exhibió galones en la mediocridad, y respondieron lo justo las novedades, con el plus del gol que hizo llorar a Vinicius y el espectacular estreno de Rodrygo. Los brasileños dejan la imagen de un partido que pocos recordarán mañana. Hay que ser realistas y pasar página. Esta no es la Liga de Osasuna, sino la del próximo domingo en el Ciutat de Valencia, como Zidane pensó más en el Metropolitano que en los rojillos. Lo del Bernabéu no pasó de un paréntesis para ambos.
POST DATA. Osasuna es mucho más que lo futbolístico (6). Decíamos que, según la normativa, una mesa técnica asesoraría sobre los proyectos presentados para la reforma de El Sadar, y que la Mesa de Contratación, compuesta además por la Junta Directiva y quien ésta estimase oportuno, el ‘factotum’ por ejemplo, debía elegir entre uno y tres proyectos sobre el estadio para que votaran los socios. A modo enunciativo, un profesor de Arquitectura de la UN, otro del Colegio Oficial de Arquitectos, uno más del Ayuntamiento pamplonés, y dos o tres de reconocido prestigio, además de un técnico del Gobierno de Navarra, dictaminaron sobre la viabilidad/ inviabilidad de los proyectos, para que la Junta Directiva pudiera tener un informe técnico.
Según fuentes de toda confianza, el organismo asesor dio presuntamente su informe más favorable al proyecto de ACR, “el que se ajustaba a la normativa” (si alguien me demuestra lo contrario rectificaré con sumo gusto), algo que según la normativa, que obligaba a dar a los socios un máximo de tres para votar, dejaba fuera o bien a VDR (que ganó), a Victorino Vicente (patrocinador del club), o al Grupo Herce, ligado al Numancia, cuyo presidente presentó al ‘factótum’ a Luis Sabalza…
Así que los socios tuvieron que elegir entre cinco. Los socios y la democracia digital.