• viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

Opinión / osasuNAvarra

Ya falta menos, canta Osasuna

Por José Mª Esparza

El Deportivo salió a por todas, sorprendió. Después el agua del grifo salió templada, luego caliente como deseaba Arrasate, y terminó abrasando al cuadro gallego. El Sadar se frotaba los ojos.

Partido de la Liga 123 entre Osasuna y Deportivo de La Coruña disputado en El Sadar (61). IÑIGO ALZUGARAY
Rubén García disputa un balón durante el partido de Osasuna contra el Deportivo jugado en El Sadar. IÑIGO ALZUGARAY

Hay partidos que tienen un objetivo claro: ganar sí o sí, para lo que es preciso dejarse de florituras e ir a lo que realmente importa. Es lo que pasó en la segunda parte con el Deportivo, en la que Osasuna, con un gol de ventaja, jugó a contener. Fútbol poco vistoso y oscuro, sobrio, pero eficaz, más todavía si no das pasos atrás, si no te cierras y sigues inquietando al rival. El Deportivo ni tiró a puerta en toda la segunda mitad, mientras que los rojillos pudieron matar el partido a contragolpe. Es de lo que se trataba, de acabar el encuentro a seis puntos del Granada, a ¡doce! del cuarto, el Málaga.

La clave de la victoria estuvo en esa segunda mitad, pero también la primera guarda otra explicación completaría, la remontada. Empatar pronto resultó fundamental. Templó el juego, impidió que el fútbol rojillo se trabase y acalló las ínfulas coruñesas tras una salida en tromba. Luego, tan importante o más fue el zapatazo de Rubén Messi García a la escuadra en un libre directo que en parte también hay que agradecer al árbitro, que además puso suspense a la resolución final. Así quedó despejado el horizonte. Al Deportivo, que controló más el juego en el primer cuarto de hora y, en general, en el primer tiempo, solamente le quedó una opción y Osasuna le impidió acceder a ella.

Los rojillos se pusieron el mono de trabajo y cumplieron, sobre todo como conjunto, algo de lo que adoleció el cuadro gallego, pletórico de individualidades con balón, pero también de jugadores escondidos sin él, cual si de mercenarios se tratara. Además, a Osasuna le faltaba un pilar básico, el sostén del equipo, su eje. Trató de solventar Roberto Torres la ausencia de Fran Mérida, y hay que agradecerle el empeño. También a un imperial Oier que, además, de su trabajo específico, no regateó esfuerzos para ayudar a su compañero. Sin embargo, la baja de Mérida se notó. Desde esa posición llegó la pérdida de balón que propició el gol coruñés, y hasta que Luis Perea salió en la segunda parte, no terminó de asentarse la medular con algo más que trabajo.

De nuevo, Jagoba Arrasate tuvo mucho que ver en el asentamiento del equipo durante la segunda mitad. Leyó el guión y lo supo interpretar. Además de la salida de Perea, que oxigenó a Torres, hay que destacar la de Lillo apuntalando la defensa, y la de Brandon para sembrar la inquietud en la defensa gallega y cortar su salida de balón. Un partido completamente diferente al del comienzo, fundamental para sumar los tres puntos. El agua no salió caliente del grifo al comienzo del partido, pero cuando lo hizo fue a más hasta abrasar al Deportivo.

En cualquier caso, desde Aridane a Rober Ibáñez, coreado por la grada, el bloque funcionó y emergió la figura inconmensurable de Rubén García. Omnipresente. Cada vez que coge el balón puede ocurrir algo que nadie adivina, el rival no logra atajarle, crea una tensa espera en sus compañeros, vibra la grada. Un pedazo de jugador que no escatima esfuerzo y corona su actuación con dos goles tan diferentes pero igualmente geniales como los anotados ante el Deportivo. Domina cualquiera de los registros que requiere un partido, sea fútbol control, velocidad en el contragolpe, abrir huecos, centros imposibles o lanzamiento al punto exacto.

El aficionado abandonó pletórico el estadio. Se trataba de un partido especial, de esos que gusta salir de casa antes de lo normal para entrar en faena lo más pronto posible, para disfrutar hasta del calentamiento. Por el nombre del rival y su proyección para el final de Liga, cualquiera tendría señalada la cita en el calendario, pero es que pocos habrían imaginado la trascendencia de los puntos, y eso que el encuentro era de tres. En cambio, el del próximo visitante de El Sadar, el Albacete, será de seis. Así como ante el Deportivo terminó Osasuna celebrando prácticamente un puesto en el play-off, quizás pueda entonces paladear el ascenso directo. Un sueño que puede hacerse realidad.


  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
Ya falta menos, canta Osasuna