Papá: ¿Qué es un héroe?
Un héroe es una persona capaz de hacer cosas extraordinarias por los demás a cambio de nada.
Si fuera necesario arriesga su vida por la de los suyos sin pensarlo. Se somete a peligros sin protección, no piensa nunca en ella, sigue adelante a pesar de sentirse abandonada porque sabe que hace lo justo, va más allá del deber y no descansa hasta morir o vencer.
- ¡Guau! ¿Conociste alguna vez a algún héroe?
Si hijo. Fue hace mucho tiempo. Una epidemia terrible asoló el mundo. La gente enfermaba y morÃa. Pero hubo personas que lo dejaron todo y acudieron a ayudar a los demás. Doctores, doctoras, enfermeros, enfermeras, personal de hospitales, policÃas... muchos enfermaron. Algunos murieron. Pero ninguno abandonó su puesto. La gente, que no podÃa abandonar sus casas, todos los dÃas, les aplaudÃa de los balcones. Descubrimos entonces la vocación y el heroÃsmo.
- Papá. ¡Pero...mamá es médica! ¿Fue mamá una heroÃna?
Lo fue, como lo fueron todos sus compañeros. Vieron morir a mucha gente, pero salvaron a millones más. No se hundieron. Y resistiendo ellos, resistió la humanidad.
¿Por qué mamá nunca me ha dicho que es una heroÃna?
Porque los héroes son asÃ. No se dan importancia. Están cuando tienen que estar, hacen lo que tienen que hacer, y luego callan.
¿Y no tienes miedo a que un dÃa vuelva la enfermedad?
No hijo. Porque sé que si volviera ellos volverÃan, y demostraron tener una fuerza capaz de vencer a cualquier enemigo. No nos abandonarÃan nunca.
¿Y qué pasó cuando acabó la enfermedad?
La gente salió a la calle. Aplaudió. Dio las gracias. Aprendió a valorar aquellos sacrificios de los que consiguieron que el mundo no se detuviera. Les hicieron homenajes. Mamá volvió a casa, lloró y durmió muchas, muchas horas.
-¿Lloró? ¿Pero cómo va a llorar si era una heroÃna?
La heroicidad no consiste en no tener miedo ni dolor, si no en tener el valor suficiente para superarlo. Por eso muchos héroes lloraron esos dÃas. Y sus lágrimas y sus miedos les hicieron aún más grandes.
Papá, ¿podré estudiar medicina?
El padre suspiró. Luego esbozó una sonrisa y asintió.
El niño se fue a la cama y no llegó a ver aquella lágrima de orgullo deslizándose por la mejilla de su padre.