Así de tranquilas están las aguas de este partido que, a pesar de los pequeños avatares descritos, mantiene la calma y la sonrisa, frente a una izquierda que, a trompicones, entre atropellos y con toda suerte de puñaladas traperas, se enfrenta también a sus congresos; el de Podemos coincidente y el del PSOE, aplazado, pero con unas perspectivas no menos convulsas.
Solo esa coyuntura ha permitido al Partido Popular, y sobre todo a su presidente, afrontar este fin de semana sobre unas ruedas que, en otras circunstancias y en otro país, con un sentimiento democrático más consolidado, serían unas ruedas muy desgastadas y probablemente pinchadas.
La histórica desunión y los sempiternos conflictos que han convulsionado a la izquierda, no solo se plantean en España a nivel genérico, sino que afectan a todas y cada una de sus formaciones.
En Podemos va a ser muy difícil evitar el choque de trenes en la lucha por el poder que mantienen los "pablistas" y los "errejonistas".
Los primeros en defensa de un concepto claramente dictatorial disfrazado de plebiscitario, y los segundos en defensa de un mayor juego institucional. Hoy asistiremos a un desenlace que, previsiblemente, acabará como el rosario de la aurora. Tiempo al tiempo.
En el PSOE la batalla no parece tan cruenta. Sin duda, también va a dejar mucho herido y mucha baja, pero cabe esperar que, la experiencia de este partido centenario, les insufle la cordura suficiente con que superar el maremágnum en el que, unos y otras, le han sumido.
En fin, que entre el alboroto general, el PP sale casi indemne, preocupado en decidir la clase de pájaro que les representa: o una gaviota, ave carroñera donde las haya, o un charrán que, también es sinónimo de pillo, tunante y ladronzuelo.