Las dudas sobre su liderazgo, esas que se niegan en público y se reconocen en privado, quedaron ayer en evidencia con la rebelión de dos de los subsecretarios, Casado y Maroto, que criticaron duramente la comparecencia de la ex alcaldesa de Valencia mientras Rajoy le daba su beneplácito.
Es la vieja guardia contra los "jóvenes". Esos que Rajoy colocó en la organización nacional para dar imagen de renovación, que llevan tragándose escándalos de corrupción sin tregua y dando la cara por dirigentes en fase de salida. Martínez Maillo, el "prudente", fue el encargado de anunciar en los pasillos del Congreso que se les abría expediente informativo a todos los cargos imputados de Valencia y fue arduo conseguir que dijera que Rita Barberá estaba entre los expedientados.
Porque Rita no solo firmó un talón a favor del PP en la última campaña electoral el pasado abril, hace dos días como quien dice, sino que sabe mucho de las aportaciones de los populares valencianos a las arcas de Génova 13, a actos electorales del propio Rajoy y a gastos electorales varios. Rita sabe mucho.
Al igual que Bárcenas, la ex alcaldesa tiene pillada a la cúpula de su partido entre la espada y la pared. Solo así, se explica la chulería y la prepotencia de su comparecencia ante los periodistas valencianos a los que respondió con una mezcla de altanería y desprecio. No obstante, lo peor fue cuando narró que había hablado con Rajoy antes de la comparecencia. Así se entiende que a Rajoy no le quedara más remedio que reconocer que estaba satisfecho con sus explicaciones. Aunque no quedase claro si piensa comparecer en persona, ante el juez de Valencia, o se limitará a enviar un escrito. Lo evidente es que su estrategia está encaminada a defenderse caiga quien caiga en el partido.
Casi tres meses sin gobierno y a ciertas formaciones políticas les afloran las vergüenzas. No hay atisbos de pactos pero los líos internos pueden dañar las expectativas electorales. Como por ejemplo en Podemos: negaron el enfrentamiento entre los seguidores de Errejón y los de Iglesias, incluso se intercambiaron mensajes de amor, pero el secretario de organización, Sergio Pascual, ha sido fulminado con nocturnidad y sin debate interno. No es casualidad que Pascual fuera cercano a Errejón y que Luis Alegre, responsable de la crisis de la formación en Madrid y que sale reforzado, lo sea de Pablo Iglesias. Obras son amores y no buenas razones...
Tampoco ha demostrado mucha habilidad política Pedro Sánchez apoyando al líder gallego Gómez Besteiro a quien se le imputan diez delitos y al que se debería obligar, por higiene democrática, a dejar su cargo. Tampoco debería sacar pecho la presidenta andaluza Susana Díaz, comparando este caso con los ex presidentes de la Junta Chaves y Griñan. Ambos fueron aforados y renunciaron in extremis cuando sabían que no figuraban en las listas.
No hay pacto posible contra la corrupción sino empieza cada uno a limpiar su propia casa.