La propietaria, Isabel Arias, ha explicado que deja el negocio de moda infantil para dedicar más tiempo a su hija y tras cumplir un ciclo personal.
La tienda de moda infantil Picoso y Vileta, situada en el barrio de Ripagaina, ha anunciado su cierre tras siete años de actividad. Al frente del negocio ha estado Isabel Arias Pin, vecina del barrio, que ha tomado la decisión de poner fin a esta etapa para dedicar más tiempo a su familia.
Isabel abrió el comercio en 2018, aunque había adquirido el local tres años antes. Durante un tiempo no tuvo claro a qué destinarlo, hasta que decidió apostar por la ropa infantil. “Siempre me han gustado los niños. Empecé a ir a ferias para conocer un poco el sector. Me gusta la ropa de toda la vida y me di cuenta de que no había mucha oferta en Pamplona. Muchas de esas tiendas habían cerrado y pensé que había hueco”, recuerda.
La idea funcionó y el barrio recibió con entusiasmo la llegada de Picoso y Vileta. “Cuando abrimos, la gente lo acogió con alegría. Al final. para los vecinos es mejor tener debajo de casa una tienda que un bar, por ejemplo”, explica.
Durante estos años ha contado con el apoyo de clientes fieles, aunque reconoce que el consumo en el comercio local no ha sido suficiente. “Tenemos muy interiorizada la mentalidad de consumir. Preferimos que nuestro hijo tenga cinco camisetas a que tenga dos de calidad. Yo siempre he apostado por la producción nacional, pero ahora este tipo de ropa se ha convertido en algo para ocasiones especiales. Lo normal se ha vuelto excepcional”, lamenta.
A pesar de las dificultades, la tienda logró salir adelante, incluso, durante la pandemia de la covid-19. “Han sido siete años muy bonitos. He disfrutado mucho y siento que he cumplido un ciclo. Pero en estos años también he sido madre. Tengo una hija de tres años y quiero pasar tiempo con ella. Al final, hay que echarle muchas horas”, confiesa Isabel.
En el día a día ha contado con la ayuda de Adela, su empleada, que se ha mantenido junto a ella hasta el último momento. “Se lo agradezco mucho. Le avisé hace meses, pero ha querido quedarse hasta el final”, cuenta emocionada.
El cierre de Picoso y Vileta refleja una realidad que preocupa al pequeño comercio. “La gente no se da cuenta de lo que supone que el comercio local muera. Nos llevamos las manos a la cabeza cuando cierra una fábrica grande porque supone cientos de empleos. Pero cuando baja la persiana una tienda casi nadie lo nota. Y si sumamos todos esos pequeños cierres, son muchos puestos de trabajo”, subraya.
Tras anunciar el cierre, Isabel se ha sentido abrumada por la respuesta del barrio. “Nos han traído hasta bombones. He recibido muchísimos mensajes y muestras de cariño”, comenta. Mientras tanto, la tienda mantiene todo su stock en liquidación, con ropa desde talla de prematuros hasta los 14 años, además de accesorios, interiores, pijamas y objetos de regalo. Incluso los muebles, hechos a medida, saldrán a la venta. "Todos los productos están muy rebajados", avanza.
De momento, no hay una fecha exacta para la clausura definitiva, que se producirá cuando se agote todo el material. Isabel tampoco tiene en mente abrir otro negocio a corto plazo. “No sé qué pasará con el local. Supongo que se alquilará o se venderá. Ahora mismo sólo pienso en disfrutar de mi hija”, concluye.
