Carta enviada por Cristina Ormazábal, directora de Izaga, del colegio Irabia-Izaga de Pamplona.
- martes, 03 de diciembre de 2024
- Actualizado 00:06
Carta enviada por Cristina Ormazábal, directora de Izaga, del colegio Irabia-Izaga de Pamplona.
Este año el 8 de marzo ha coincidido en Navarra con un debate sobre la educación diferenciada. A la necesaria reclamación por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres se han unido voces que alertan sobre el peligro que para ésta supone la educación diferenciada. La parlamentaria, Barkartxo Ruiz, afirmó en sede parlamentaria que deben impulsarse medidas de prevención para evitar las discriminaciones y las desigualdades. No puedo estar más de acuerdo. Lástima no compartir su conclusión: “no se puede avanzar en la coeducación si los chicos y chicas están separados”, justificando así la eliminación de los conciertos para este tipo de colegios. Aportaré algunos datos sobre la educación diferenciada como una vía más para potenciar el liderazgo femenino y prevenir la lacra de los estereotipos de género. Hablemos con datos.
La educación diferenciada tiene presencia en la mayor parte de los países de la OCDE desde que Naciones Unidas, a través de la UNESCO, aprobó en 1960 la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza. El texto especifica que la educación diferenciada no supone discriminación, siempre que haya una oferta equivalente para chicos y chicas. Las experiencias de algunos de estos países, especialmente del ámbito anglosajón, demuestran que es un modelo educativo legítimo, avalado por numerosas sentencias judiciales y respaldado por sus resultados académicos y buen comportamiento social.
Uno de los casos más paradigmáticos es el crecimiento del modelo Single-sex en los Estados Unidos, donde su gran impulsor en la red pública ha sido Barack Obama, reconocido por su promoción de los derechos civiles. A comienzos del presente siglo, la educación diferenciada había quedado prácticamente reducida al ámbito privado. Pero en 2006, a instancia de una ley impulsada por el Congreso, la Oficina de los Derechos Civiles comenzó a aplicar un plan para “asegurar el acceso y promover la excelencia educativa en toda la nación”.
Tres años después, coincidiendo con la llegada de Obama a la Casa Blanca, más de 500 colegios públicos habían implantado el modelo. Con todo, el mayor impulso vino de la mano del presidente demócrata, que con el nombramiento de Arne Duncan, el antiguo responsable de las escuelas públicas de Chicago, impulsó la presencia del modelo en el ámbito público. Hoy, el país cuenta en la red estatal con 1.890 centros de educación diferenciada.
Pero Estados Unidos no es el único país donde este modelo educativo está presente. A continuación, daré algunos datos que dibujan un mapa bastante más amplio que lo que se podría pensar. En el Reino Unido, existen 1.092 escuelas diferenciadas: 416 state schools (escuelas que reciben fondos públicos, sean o no de titularidad pública) y 676 independent schools. Alemania ha introducido la educación diferenciada dentro del sistema público, aumentando la capacidad de elección de los padres en determinados tramos del sistema educativo. En Baviera, por ejemplo, el 25% de las escuelas públicas ofrece materias donde los alumnos son sólo chicos o chicas. Canadá cuenta con 140 escuelas diferenciadas; Francia, con 238 centros. En Sudáfrica hay 350 escuelas públicas diferenciadas y 61 privadas. En Japón existen 402 escuelas diferenciadas, de las cuales 380 son escuelas públicas. En Corea del Sur, hay 1.483 escuelas diferenciadas, de las cuales 703 son del sistema público. En Australia hay actualmente 1.479 escuelas diferenciadas, siendo públicas 139.
Las cifras por sí solas se quedan cortas en ocasiones para valorar la profundidad de un modelo. Pero si ponemos rostro a algunas de las personas que han estudiado en este tipo de colegios podemos atisbar su aportación a la sociedad. Siguiendo con el caso americano, sirvan como ejemplo (por su notoriedad pública) el caso de algunas mujeres líderes de las últimas décadas. La actual presidenta del Congreso, la demócrata Nancy Pelosi, conocida por su defensa de la democracia frente a los golpistas del asalto al Capitolio, estudió en el Institute of Notre Dame, Catholic all-girls High School en Baltimore, Maryland. La demócrata y candidata a la presidencia de la Casa Blanca, Hillary Clinton, realizó sus estudios superiores en Wesllesley College en Massachussets.
Lejos de la arena política encontramos también ejemplos de mujeres líderes que estudiaron en el modelo Single-sex, como la única mujer que ha presidido la Universidad de Harvard, Drew Gilpin Faust, antigua alumna en el Bryn Mawr College, en Massachusetts; o la primera mujer en viajar al espacio, Sally Ride, que lo hizo en Westlake School for Girls, en Los Ángeles.
Un análisis del sistema educativo del otro gran país anglosajón, Reino Unido, permite valorar los resultados que aporta este estilo educativo. El país cuenta con más de un millar de centros educativos con este modelo: 416 en el ámbito público; y 676, en el privado. Según el último ranking de los 100 mejores colegios del país, el GCSE (General Certificate of Secondary Education), 81 de ellos son Single-sex. Una mirada más detallada a ese centenar de colegios permite captar algunos matices sobre la validez del modelo: de los 29 centros que pertenecen a la red pública, 25 imparten educación diferenciada y sólo 4 siguen el modelo mixto. Este dato es sorprendente si se tiene en cuenta que sólo el 2% de los colegios públicos británicos sigue el modelo Single-sex.
Si se pone el foco en los estudiantes, encontramos también algunos datos que muestran la calidad de la enseñanza del modelo educativo diferenciado en el Reino Unido. Los alumnos de los centros de educación diferenciada dominan las últimas clasificaciones del General Certificate of Secondary Education. Los 118 mejores estudiantes provienen prácticamente a partes iguales de centros públicos y privados, 60 frente a 58. Pero 81 de ellos (56 chicas y 25 chicos) estudian en el modelo diferenciado, por 37 que lo hacen en el mixto. Y en esas mismas clasificaciones oficiales británicas, de entre los 50 centros educativos catalogados en el nivel A, 41 pertenecen a la diferenciada (27 de chicas, 14 de chicos), frente a los 9 colegios pertenecientes al modelo mixto.
Hasta aquí los datos. En adelante, las opiniones libres. Yo extraigo la mía en forma de dos preguntas: Si en otros países funciona ¿por qué no mantenerlo en Navarra?, y ¿por qué ahogar económicamente un estilo educativo que contribuye, como cualquier otro, a la defensa de la igualdad y los valores democráticos? Ante las acusaciones sin pruebas, ante las consignas ideológicas, aportemos datos y argumentos, con serenidad y rigor, aceptando la discrepancia pero buscando soluciones con un diálogo constructivo. Apostemos por educar en igualdad y respetar la diversidad. Ahí nos encontraremos todos.