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Blog / El espejo de la historia

El primer régimen democrático

Por Javier Aliaga

Proponemos un hecho histórico para que el lector adivine si se trata o no de una falsedad.

“La Flaca” en su ejemplar del 10 de julio de 1869 ironizaba sobre la búsqueda de un rey.
“La Flaca” en su ejemplar del 10 de julio de 1869 ironizaba sobre la búsqueda de un rey.

Verdadero o falso:

La II República fue el primer régimen democrático español.

LA PRIMERA DEMOCRACIA

Desde el absolutismo monárquico de Carlos IV hasta nuestra actual democracia, España ha transitado por 3 dinastías monárquicas y 2 repúblicas. Estos cambios de régimen se han escrito con tinta en 7 Constituciones –sin incluir el Estatuto real de 1834-, promulgadas en: 1812, 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978. Pero también se han escrito con sangre y enorme sufrimiento: 2 invasiones extranjeras, 4 guerras civiles y 2 dictaduras.

En el convulso siglo XIX español se sucedieron del orden de medio centenar de alzamientos (excluyendo las colonias), signo inequívoco del intervencionismo permanente del Ejército en la vida civil. De todas estas insurrecciones, “La Gloriosa” de 1868 marcó un hito al haber sido consecuencia de un movimiento democrático; ciertamente, el 19 de septiembre de aquel año, el almirante Topete se sublevó en Cádiz, junto a los generales Prim y Serrano, contra Isabel II con un lema que, al cabo de siglo y medio, es de rabiosa actualidad: “España con honra”. Aquella insurrección, de origen castrense con gran apoyo civil, derrocó la dinastía borbónica para entregar la soberanía a quien le corresponde, al pueblo.

Tan sólo se libró una batalla entre el ejército sublevado encabezado por el general Serrano y fuerzas reales, en el puente de Alcolea que se saldó con derrota de los isabelinos, ello forzó la huida de la reina a Francia cuando se encontraba en San Sebastián. La hija de Fernando VII dejaba un país con una profunda crisis económica que sus últimos gobiernos no habían sabido afrontar.

“La Gloriosa” se propagó rápidamente dando origen a juntas revolucionarias por toda la geografía. No obstante, el alzamiento se había urdido dos años antes por la oposición en el exilio –progresistas y demócratas, a los que se sumó más tarde la Unión Liberal-, en el llamado Pacto de Ostende, que contemplaba un cambio de régimen emanado de una asamblea constituyente elegida por sufragio universal directo.

En Madrid la Junta superior Revolucionaria, elegida el 5 de octubre por sufragio universal, publica en la “Gaceta de Madrid” (Num. 283) del 9 de octubre de 1868, su impecable ideario demócrata: «Sufragio universal. Libertad de cultos. Libertad de enseñanza. Libertad de reunión y asociación pacíficas. Libertad de imprenta sin legislación especial. Descentralización administrativa que devuelva la autorización a los Municipios y a las provincias. Juicio por Jurados en materia criminal. Unidad de fuero en todos los ramos de la Administración de justicia. Inamovilidad judicial.»

El mismo ejemplar anunció la composición del Gobierno provisional presidido por el general Serrano, junto con otras figuras de la revolución: Prim, Topete, Sagasta y Ruiz Zorrilla. Al frente de Hacienda se encontraba Figuerola, quien liberalizó la economía, poniendo en marcha el librecambismo en contraposición de las medidas proteccionistas, eliminó aranceles e instauró la unidad monetaria con la peseta.

El Gobierno provisional convocó a la ciudadanía a elecciones a Cortes constituyentes, por primera vez en la historia de España, mediante sufragio universal directo masculino de mayores de 25 años (Ley Electoral de noviembre de 1868). Del 15 al 18 de enero de 1869 se eligieron en toda España los diputados a Cortes, ganó la agrupación electoral monárquica-democrática. En Navarra 6 de los 7 diputados electos, fueron carlistas.

La Carta Magna se promulgó el 1 de junio de 1869, siendo la primera Constitución democrática tanto en su autoría (Cortes elegidas por sufragio universal), como en su contenido (ideario democrático); y que sin dejar de serlo, estableció como forma de gobierno la monarquía. Es por tanto, la más avanzada del siglo XIX basada en la soberanía nacional, en la aconfesionalidad del Estado y en la división de poderes.

Sin embargo, la situación era un tanto singular, España tenía una Constitución democrática y monárquica, pero no tenía rey: había que buscarlo. Pero no veamos en ello un defecto, sino una virtud. Es el caso de un arquitecto que diseña una casa con planos y una memoria técnica; el constructor que ejecute la obra, debe someterse a su concepción técnica. Del mismo modo, el rey debiera adaptarse a la Constitución diseñada por las Cortes, y no al revés.

Mientras Prim busca un rey, el general Serrano asume la regencia. Téngase en cuenta que la selección no fue fácil, se conjugaron todo tipo de problemas incluyendo los geostratégicos con los países europeos. Al final, la decisión recae en Amadeo, duque de Aosta, de la Casa Saboya, hijo de rey de Italia Víctor Manuel II; cuyo nombramiento fue refrendando por las Cortes en noviembre de 1870.

Aquella monarquía comenzó mal, nada más llegar a Cartagena, Amadeo se entera del fallecimiento de Prim, su principal valedor, víctima de un atentado. El régimen democrático no funcionó porque se resquebrajó la unión de los partidos. Los republicanos no estaban conformes con la forma de gobierno, los alfonsinos disconformes con el rey elegido comenzaron a conspirar; los carlistas se echaron al monte iniciando la tercera guerra para defender el derecho del pretendiente Carlos VII (Carlos María de los Dolores).

En sus dos años de reinado, el saboyano conoció seis gobiernos y se convocaron tres elecciones a Cortes: una en 1871 y dos en 1872. Junto a la reina María Victoria, sufrió un atentado que pudo costarles la vida. España era verdaderamente ingobernable, en su desesperación el monarca exclamaba: «siamo in una gabbia di pazzi» (estamos en una jaula de locos)

El 11 de febrero de 1873, reunida la Asamblea Nacional -Congreso y Senado-, se lee el manifiesto de Amadeo I renunciando a la Corona de España; con amargura se considera impotente de luchar contra el sempiterno cáncer nacional «todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra y perpetúan los males de la Nación son españoles». La Asamblea acepta la renuncia y transgrediendo la Constitución «declara como forma de Gobierno la República» El saboyano dejaba un país en el caos, arruinado por la guerra de Cuba y con la tercera guerra carlista en curso.

La primera República empeoró la situación al estallar el conflicto cantonal; en sus 11 meses de vida, hubo una elección a Cortes y se sucedieron 4 presidentes del poder ejecutivo. El 3 de enero de 1874, el capitán general de Madrid, Pavía, ordenó a la tropa disolver las Cortes, los soldados entraron en el edificio y expulsaron a la fuerza a los diputados.

Una historiografía ha denominado este periodo de 1868 a 1874 como “el sexenio democrático”. No obstante, hay otra historiografía que enfatiza la parte más negativa, designándolo “el sexenio revolucionario”.

RESPUESTA A LA PREGUNTA PLANTEADA

A partir de “La Gloriosa” se construyó una monarquía parlamentaria –se denominó monarquía democrática- 63 años antes de la proclamación de la II República, por tanto el hecho inicial que se propone, es falso.

Como también es una falsedad la declaración de Nuin (José Miguel) de I-E en la controversia de la bandera tricolor: “la republicana es la bandera del primer régimen democrático que hubo en Navarra y en el Estado español”-es encomiable la disciplina del área de Broca de Nuin refractaria a la palabra España-. ¿Nuin se refería a la Ia República? Imposible, la I República no cambió la bandera, mantuvo la bicolor.

Alguien pensará que dicha afirmación es fruto del desconocimiento de la Historia. Haya o no ignorancia, es parte de una campaña persistente de desprestigio al actual régimen democrático. La cual se basa en una ecuación falsa: la monarquía –según Nuin y afines- no es democrática, negando la evidencia que una parte de las democracias europeas están basadas, al igual que España, en monarquías parlamentarias: Reino Unido, Suecia, Bélgica y Países Bajos. Lógicamente, el corolario también es falso: nuestro régimen emanado de la Constitución de 1978 no es democrático.

Esta campaña tuvo su punto álgido, hace tres años, con motivo de la abdicación de Juan Carlos I y una situación económica francamente adversa. El entonces coordinador federal de IU, Lara (Cayo), declaró que «el pueblo decida en referéndum si quiere monarquía o república, o lo que es lo mismo monarquía o democracia»

Un demócrata, sea monárquico o republicano, no debiera desdeñar la revolución de “La Gloriosa”, ni la Constitución democrática de 1869, ni el primer régimen democrático que fue monárquico por voluntad popular. Es inevitable, es nuestro sino, estamos condenados a tener políticos que reescriben y tergiversan la Historia para pescar votos en el pozo de la ignorancia.

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