- jueves, 05 de diciembre de 2024
- Actualizado 11:41
El nombre de pila de la vacuna rusa contra la Covid-19, desarrollada en el centro Gamaleya, es Gam-Covid-Vac. Ahora bien, todos la conocemos por su nombre comercial Sputnik V, que rememora el gran éxito del primer satélite artificial puesto en órbita por la antigua URRS. La V no es ordinal, es una uve que significa vacuna; con todo, para los exultantes gerifaltes rusos próximos a Vladímir Putin es la uve mayúscula de victoria, al convertirla en el orgullo nacional.
Hace dos meses, ni por lo más remoto, se incluía a la Sputnik V en las quinielas de posibles vacunas para Europa, el oscurantismo en su desarrollo generaba muchos recelos. Se divulgó que sin haber completado los ensayos de fase 3, estaban vacunando a miles de ciudadanos. Los primeros países en adquirir lotes de la Sputnik V eran los incondicionales de la tradicional órbita rusa: Bielorrusia, Venezuela, Bolivia, Argelia, Serbia...
Sin embargo, la desconfianza occidental cambió de sentido el 2 de febrero cuando la prestigiosa revista de medicina, The Lancet, publicó resultados muy reveladores: la vacuna rusa es eficaz en casi el 92%.
El viaje de Josep Borrell (Mr. PESC) a Rusia para mediar por la liberación de Navalny no pudo ser más desafortunado. Fue a por lana y salió trasquilado, al equiparar el ministro de Asuntos Exteriores, Lavrov, al opositor ruso con los independentistas catalanes presos. A pesar de todo, Borrell se deshizo en elogios al logro conseguido con la Sputnik V, preparando el terreno para una posible aceptación por la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
La vacuna rusa, como otras, se aplica en dos dosis. Al igual que la de AstraZeneca y la de Janssen (Johnson&Johnson) utiliza la llamada tecnología del “vector viral”. Mediante un adenovirus modificado con un fragmento del código genético (ADN) de la proteína S del coronavirus genera el antígeno que provocará la respuesta inmunitaria del organismo. La clave de su alta eficacia es que emplea un vector distinto (un adenovirus) en cada dosis: Ad16 para la primera y Ad5 en la segunda.
La Sputnik V presenta claras ventajas, no precisa ser conservada a muy bajas temperaturas como la de Pfizer/BioNtech o Moderna. Como dicen los rusos es “de fácil manejo y fiable como un kalashnikov”. Su demanda está asegurada gracias a su precio imbatible (8€ la dosis), teniendo compromisos provenientes de una cincuentena de países equivalente a mil millones de vacunas (x2 dosis). También el centro Gamaleya está desarrollando la Sputnik Light; una versión monodosis -como la de Janssen- para suministrar a países del tercer mundo.
Ante la pésima gestión de la Comisión Europea en las adquisiciones de vacunas, varios países, como Eslovaquia, la República Checa y la díscola Hungría, han promovido un movimiento disidente aprobando la Sputnik V sin haber sido aprobada por la EMA. La lista irá creciendo.
A pesar de que el pasado día 4 la EMA inició el proceso de autorización de la Sputnik V, las suspicacias se ponen de manifiesto en el seno de la Comisión Europea; su presidenta, Ursula von der Leyen, deslizó una sospecha preguntándose por qué Rusia no avanza en la vacunación de su propia población en vez ofrecerla a otros países. Si damos por buenas las cifras oficiales rusas de la pandemia, éstas aparentemente no son malas, pero la realidad es que no contemplan el exceso de mortalidad. La situación en los hospitales es caótica.
Por otra parte, la directora adjunta de la EMA, ha perpetrado un ataque despiadado a la aprobación de la Sputnik V, para ella sería como “jugar a la ruleta rusa” manifestación que ha levantado ampollas en los desarrolladores rusos que han reclamado una rectificación.
El ministro astronauta, Pedro Duque, reconoce que se pondría la Sputnik V, pues “He arriesgado mi vida en un cohete ruso”. Por todo ello, la expansión de la vacuna rusa es imparable, de hecho Europa se está preparando para su fabricación. Italia será el primer país europeo en producirla; a partir de junio elaborará 10 millones de dosis hasta fin de este año. España, al igual que Francia y Alemania, también fabricará la vacuna rusa.
Es obvio que con la suspensión de AstraZeneca en Dinamarca, Noruega e Islandia debido a efectos secundarios de trombosis, la Gam-Covid-Vac va posicionándose más cerca del plan europeo de vacunación. Por tanto, si se pretende alcanzar el 70% de la población vacunada en el verano, vayan preparando el hombro que vamos a jugar a la ruleta rusa.