• sábado, 20 de abril de 2024
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A que voy yo y lo encuentro

Por Juan Iribas

“A que voy yo y lo encuentro” es una frase que se escucha de pequeño a más no poder y que se pronuncia cuando alguien ya es adulto y titular de un libro de familia.

Me ha hecho especial ilusión tropezarme de nuevo en el muro de Facebook con la personificación de esa frase, una vieja conocida a la que ‘veo’ muy de cuando en cuando en la red social. Suele escribir poco, pero cuando lo hace, lo hace de verdad.

La recuerdo como una chica caótica, medio despeinada, de voz rota y cara cansada, siempre con prisa aunque fuera para tomarse un café con leche. Un terremoto de siete u ocho grados en la escala Richter que dejaba rayas hechas al olvidar presentarse a un examen oral o al no entregar el trabajo de grupo de fin de curso.

¿Es posible que la persona más desordenada que he conocido en los días de mi vida haya pronunciado las palabras mágicas que más le martillearon y persiguieron durante sus primeras décadas?

La imagino rebuscando la agenda de su hija o el casco de la bici de habitación en habitación, removiendo estanterías, armarios, cajones y baldas hasta quedar baldada, dar con ello y sonreír como solo ella lo hacía con su boca de cuarto menguante.

Sin duda, a veces las tortillas, los calcetines o las personas dan la vuelta. Según pregona en su muro de Facebook esta navarra de aspecto británico se ha estrenado en el “a que voy yo y lo encuentro”.

Por cierto, ya perdonaréis; os tengo que dejar; voy a llamarla por teléfono. No hay manera de dar con el final de este relato. A que vaya ella y (me) lo encuentra…

Ideación de ‘A que voy yo y lo encuentro’

Este es un ‘microhomenaje’ a ella, la chica desastre que, según cuenta en Facebook, resurgió de su caos.

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A que voy yo y lo encuentro