- lunes, 09 de diciembre de 2024
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El mito o la alegoría de la caverna es uno de los relatos escritos por Platón más famosos de la historia de la filosofía.
Fue escrito en el 380 a.c., aproximadamente.
Este relato está contado por Sócrates, personaje de la obra y narrador principal, a uno de sus discípulos, Glaucón, que a su vez es hermano de Platón.
Narra la historia de un grupo de esclavos que nace en el interior de una caverna sin saberlo e ignorando, por lo tanto, la existencia del mundo exterior y de cualquier otra cosa que no sea el interior de la cueva, sus paredes oscuras y la caverna que los alberga.
Encadenados a un muro, los esclavos no pueden moverse con libertad o girar sus cabezas hacia la entrada de la caverna, por cuyo espacio ingresa la única luz que alumbra su interior. Consideran que las sombras que el mundo externo proyecta en el interior de la caverna son, en realidad, las cosas mismas, y no pueden diferenciar entre las sombras y los objetos reales (de los que ni siquiera sospechan su existencia).
Un día, según Sócrates, uno de los esclavos se separa del resto, logra soltarse de sus amarras y escapa hacia la superficie, donde la luz y el brillo del mundo exterior lo ciegan y paralizan. Pasado un tiempo, sus ojos se acostumbran y logra comprender que lo que ve son los objetos que proyectan las sombras (en las que él, hasta entonces, creía).
Al darse cuenta de la verdad, el esclavo liberado decide volver y contar a sus compañeros lo que pudo ver y entender. Sin embargo, al regresar, no puede acostumbrarse otra vez a la oscuridad. Ingresa y camina de manera titubeante, se cae a menudo, emulando el andar de un loco o un borracho.
Platón, por boca de Sócrates, sostiene que si el esclavo pudiera explicar a sus compañeros lo visto, lo que les espera fuera de la caverna, ninguno estaría dispuesto a creer en él. Al contrario, lo más probable es que se burlasen de él, lo tildaran de loco y reaccionaran con violencia. Más aún, si se diera el caso de que el esclavo intentara liberarlos, ellos se volverían embravecidos contra él, lucharían por impedírselo y, probablemente, lo asesinarían en el proceso.
Les invito a que visiten las cuevas de Zugarramurdi; la cueva de Arguedas; la cueva de Basaula en la sierra de Loquiz; la cueva de Urdax próxima al Valle del Baztán y la cueva de Mendukilo dentro de la Sierra de Aralar, entre otras.
Enclaves subterráneos y enigmáticos que albergan grandes sorpresas y rincones de gran belleza, dignos de ser visitados.
Les diré que los prisioneros representan a los seres humanos en su estado de esclavitud, prisioneros de su ignorancia. Aferrados a las costumbres y creencias habituales no pueden ver la verdad: creen que saben y se sienten felices cuando en realidad viven en el error y lo toman como cierto, aun cuando lo que ven no es otra cosa que la sombra y el eco de las cosas como verdaderamente son.
Y no olviden que el mito de la caverna fue escrito… hace 2.400 años.