- sábado, 07 de diciembre de 2024
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Sin ninguna intención de resultar original, entiendo que EH Bildu seguirá incluyendo entre sus objetivos políticos los siguientes:
1. La defensa de la legitimidad de la actividad criminal de la banda terrorista ETA, incluida la de sus “brazos desdoblados”. Y lo harán porque ellos creen que la existencia de la banda y sus crímenes tuvieron un sentido histórico; resultaron útiles (árboles y nueces) y tuvieron suficiente apoyo social como para vanagloriarse de ello.
2. La organización, financiación y participación en todo tipo de homenajes en los que los terroristas caídos y los que vayan saliendo de prisión, una vez cumplidas sus condenas, sean considerados unos héroes.
3. La ocultación y negación de la historia negra del terror miserable de la banda terrorista ETA allá donde su influencia social, política o institucional se lo permita. Ikastolas incluidas
4. El mantenimiento y consolidación de todos los espacios de poder hegemónico que la intimidación proetarra les ha facilitado en estas últimas décadas. Sobre todo, el que ejercen en las pequeñas localidades del norte de Navarra y el que despliegan a través de la gestión de multitud de asociaciones pseudoculturales donde la libertad de discrepar desapareció hace décadas y cuyos partidarios más borrokas parasitan con mano de hierro.
5. La subversión del régimen constitucional que mayor convivencia y paz nos ha garantizado jamás en España. Dicho ataque lo harán desde fuera y dentro de nuestro país, especialmente desde el altavoz que, de seguro, aprovechará su representante en el Parlamento Europeo, condenado en el 2016 por pertenencia a ETA.
6. También seguirán cacareando que nuestra sociedad no respeta un presunto “derecho a decidir” del pueblo vasco, pero allí donde el ejercicio de ese mismo derecho no coincida con sus postulados, o no les sirva a sus objetivos, lo ridiculizarán, lo proscribirán o lo impedirán.
7. Harán creer que cumplen la ley, pero allí donde puedan, buscarán una mayor conflictividad social, que terminará en litigios que ¡por supuesto! pagaremos todos los ciudadanos navarros.
8. Querrán seguir utilizando la educación pública en euskera como un granero cautivo de futuros votantes abertzales, quienes, y esto es lo más sangrante del tema, al llegar a la mayoría de edad, difícilmente sabrán escribir, hablar o pensar en castellano, y entonces muchos descubrirán que fueron sometidos a un esfuerzo frustrante y laboralmente muy empobrecedor.
9. Buscarán, gracias a una discriminación injusta, favorecer a una parte minoritaria de la ciudadanía en las oposiciones a la función pública navarra, expulsando de dicho mercado laboral a una inmensa mayoría de jóvenes navarros no vascoparlantes.
10. Atacarán y perseguirán a cualquiera que sienta legítimamente y exprese públicamente su orgullo de pertenencia a la nación española.
11. Y, por último, profundizarán en las mismas obsesiones, mentiras y falsedades con las que el nacionalismo vasco nos ha querido convencer -y machacar- durante décadas, y que solo responden a un interés totalitario por construir una nación imaginaria, identitaria, malhumorada y supremacista.
Ante este horizonte de pesadilla, las preguntas resultan obvias en los días previos a una investidura en el Gobierno de Navarra tan dependiente de EH Bildu como la que plantea la líder socialista:
Señora Chivite: ¿Le importa, como política navarra, esta agenda previsible de EH Bildu?
O, más claro aún, si le parecieran malos o poco deseables para Navarra los objetivos políticos de fondo que someramente le describo, ¿cómo los va a combatir y con quién va a unirse para hacerlo?
Podría ser incluso democráticamente exigible que algunas incógnitas y respuestas las aclarara antes de someterse a la investidura.
Carlos Salvador Armendáriz es exdiputado por Navarra (UPN).