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Opinión /

El muro 'cuaTrumpartito'

Por Eradio Ezpeleta

No pongo en duda la bondad del aprendizaje de idiomas hoy en día y la necesidad de ampliar nuestras miras en pos del propio desarrollo personal y amplitud de oportunidades laborales.

Donald Trump y Joseba Asirón. ARCHIVO
Donald Trump y Joseba Asirón. ARCHIVO

El conocimiento de una lengua enriquece el currículum vitae, las relaciones personales y con otras culturas, amplía nuestros conocimientos y capacidades lingüísticas, fortalece la memoria, preserva nuestra mente joven, mejora el intelecto y hace a las personas más perceptivas y determinantes.

Ponerse a aprender un idioma hoy en día tiene su mérito. Se necesita esfuerzo, dedicación, ganas y sobre todo un objetivo. Los jóvenes de hoy en día necesitan hablar inglés, alemán, francés o chino si quieren aspirar a ciertos puestos de trabajo. Con esto de la globalización, el conocimiento de idiomas les va a permitir explorar otras realidades y hacer más de una inmersión en nichos laborales impensables para ellos.

Y miramos a nuestra querida Navarra y… ¡horror!... ¡déjate de aprender idiomas extranjeros y vuélcate en el euskera si quieres no tener que irte de casa para poder trabajar! Me da pena, pero esa es la realidad política que estamos viviendo en este rinconcito de España.

Y no vale con negar lo evidente. Sólo con repasar los periódicos de este último año lo podemos comprobar: Plan Estratégico del Euskera (2016-2019); Campaña de escolarización en los colegios públicos; Decreto foral por el que se regula el uso de las lenguas propias de Navarra; Modificación de la Ley Foral del Vascuence; 3 de diciembre, día del euskera; cambio de modelo lingüístico en escuelas infantiles de Pamplona; Propuesta de la OPE en Educación; Inclusión del euskera en la cartelería de acceso a Navarra; priorización del euskera en las invitaciones oficiales del Gobierno de Navarra; Encuesta de etiquetación (perdón, de conocimiento y uso del euskera) en Egüés; Apoyo a la korrika

Todas estas decisiones tomadas desde las instituciones que me representan (es un decir, obviamente) y que actúan utilizando los impuestos que yo pago. Y eso es por lo que me rebelo. Porque creo que es desproporcionado el esfuerzo para ser el idioma usado por el 13% de la población, a no ser que se les quiera primar de esta manera poniéndoles en ventaja frente al 87% de castellano parlantes.

No me opongo, ni me molesta que se defienda y se promueva el conocimiento del euskera por quien así lo quiera hacer. Estoy de acuerdo que hay que intentar que no se olvide ni desaparezca, en tanto ha sido una realidad histórica y cultural propia de nuestra Comunidad. Lo que me revienta es que me lo impongan y me lo metan hasta en la sopa, sí o sí. Y, sobre todo, que sea algo excluyente, o peor aún, selectivo para los ciudadanos.

Me río cuando oigo a miembros de Podemos, Bildu, GeroaBai e IU criticar el muro de Trump y no decir ni pío del que ellos están construyendo en Navarra. Qué fácil se ve la paja en ojo ajeno y no la viga en ojo propio. Por cierto, me encantó la visión que tuvieron las familias afectadas por la imposición del euskera en las escuelas infantiles de Pamplona al comparar a Asirón con Donald Trump.

Me sorprendo cuando tantos y tantos dirigentes de estos partidos políticos no saben, ni tienen intención de saber, la lengua que tanto defienden. Me sorprendo cuando alguna prensa escrita local, partidaria del kambio y de estas políticas, no sólo no utiliza habitualmente el euskera en sus páginas, por eso de dar ejemplo, sino que el poco espacio que le dedica se ve superado a diario por los anuncios de sexo y contactos.

Me sorprendo cuando no veo los teatros y auditorios llenos a rebosar cuando las obras que allí se programan son en euskera. Me sorprendo cuando paseo por San Sebastián, Vitoria y Bilbao y palpo la naturalidad y proporción del uso del euskera en las personas, anuncios, carteles y señales. Me sorprendo cuando en las últimas trifulcas de violencia terrorista callejera en Pamplona las consignas que se proclamaban eran en euskera. Me sorprendo… bueno, que ya no me sorprendo de algunas cosas.

Me niego a tener que estar en un lado del muro o en otro y sin embargo me han obligado a hacerlo. Como lo he tenido que hacer, me quedo en el lado del respeto, de la libertad de decisión, de la no imposición, de la igualdad y de la recuperación del euskera como elemento cultural y social, que no político.

Me quedo, en definitiva, al otro lado del muro 'cuaTrumpartito'.

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