Quedan pocos días para la gran cita del día 3 de junio en Defensa de la Bandera de Navarra y sí, estaré allí, a las seis de la tarde, frente a la puerta del Parlamento de Navarra, como un ciudadano más, defendiendo la nobleza de todo un pueblo, su historia, su lengua, sus símbolos, su bandera, su propia identidad.
Hace unos días recibí la invitación de la Hermandad de Paz y Caridad, mi Hermandad, para acudir los viernes del mes de mayo a la ofrenda floral ante la Virgen Dolorosa de la Parroquia de San Lorenzo de Pamplona y hoy he visto a unas niñas esperando el autobús de su colegio con tres o cuatro flores en la mano.
Vaya, vaya, qué mandíbula de cristal tiene Geroa Bai y qué poca capacidad de aguante cuando se trata de leerse en un medio de comunicación que no le hace el rendibú y que le trata como al común de los mortales, y de los partidos políticos.
Vaya días hemos llevado entre el “bus que no miente”, el carnaval de Las Palmas, el Ángel de Aralar y la proposición de ley presentada para que no se televise la misa en La 2 de TVE, sin olvidarme de la página de Relatos de plomo. Una semanita llena de respeto por las creencias de los demás… siempre que éstas sean también las mías, claro está.
Me gusta, cuando tengo dudas, acudir a la RAE para conocer la definición real de algunas palabras y no perturbarlas con falsas interpretaciones que a menudo interesan, por conveniencia para el debate o para intentar convencer de algo, aún a sabiendas que estamos forzando sobremanera el mensaje que queremos transmitir, o más bien imponer.
Leo con gran sufrimiento y preocupación las noticias que últimamente afectan a la Iglesia, mi Iglesia -como Universal que es- sobre los casos de abusos sexuales a menores por parte de algunos sacerdotes. No obstante, me embarga una sensación de esperanza y luz porque hay firmeza y también tolerancia cero.