• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión /

Loca academia de policía

Por Fermín Alonso

El pasado 8 de octubre un grupo de violentos afines ideológicamente a Bildu ocupó un edificio en pleno centro de Pamplona.

La Policía Municipal se personó en el lugar y evitó el delito, defendiéndose de los ataques violentos de la tropa ocupante. Hasta ahí, todo normal. Un capítulo más en la ejemplar y variada labor que todos los días realizan los agentes del cuerpo de policía de Pamplona.

Sin embargo, lo que a la mayoría de ciudadanos nos parece la obligación de cualquier policía (evitar un delito) al partido que actualmente gobierna Pamplona le pareció algo “violento y desproporcionado” y el aviso del juez de que se estaba cometiendo una ilegalidad, una “injerencia”. En serio.

Hoy, casi quince días después, seguimos sin saber qué opinan sobre dicha intervención el alcalde y el concejal de Seguridad Ciudadana, los responsables últimos de policía. Entretanto, han sido capaces de mezclar a los policías heridos con los okupas y han justificado la acción de sus amiguetes hablando de la falta de vivienda. Lo más normal, no encuentras piso y te dedicas a ocupar propiedades ajenas y a apalear policías. Y el alcalde, que es muy comprensivo (con los suyos), lo entiende; faltaría más.

Además, han dicho que ha habido errores, pero no han sido capaces de decir cuáles. Por si acaso, antes de ningún informe y para calmar a los suyos, ya han anunciado que quitan las porras (extensibles) a los policías. Nada de respaldar a los agentes que intervinieron para evitar el delito, ¡anda ya! Una palmadita a los okupas y los policías castigados sin porra, no vaya a ser que a alguno se le ocurra usarla para defenderse.

Me veo al alcalde y a Romeo (Bildu), como el Teniente Harris y el torpe Proctor de Loca Academia de Policía. Ya saben, esa pareja que se dedicaba a dar órdenes falsas y a sabotear a Mahoney y al resto de cadetes para que los echaran o cerraran la academia de policía del jefe Lassard.

Pongámonos por un momento en una situación similar dentro de una semana, un mes o un año. Un grupo de agentes de Policía Municipal se enfrentan a un delito. Visto lo visto después de su última intervención y estando claro que su actuación se someterá después al examen de los círculos de Batasuna… ¿qué hacen? ¿Llaman a la sede de Bildu para ver si impiden o no la ilegalidad? ¿Piden por favor  a los delincuentes que dejen de portarse mal y los abrazan? ¿Les preguntan si votan al partido del alcalde Asirón y a partir de ahí intervienen o no?

Cualquiera de las opciones, la llevarán adelante sin un elemento de defensa que, como han recordado los sindicatos de Policía, es reglamentario. Parecía una ocurrencia más, pero la propuesta de los concejales de Aranzadi/Podemos de cambiar a los policías por educadores y dinamizadores de participación ya no resulta tan lejana.

Sabíamos, por decirlo suavemente, del poco cariño que se tiene a la ley y a las distintas policías en Bildu, pero una cosa es cantar “mucha policía poca diversión” en la oposición y otra cosa tararearlo cuando eres el que manda y el responsable último de los agentes que se parten la cara en la calle.

Cambian logos, colores y caras… pero se demuestra que siguen siendo los mismos. Asirón y su concejal no han estado a la altura de su policía, les ha faltado valor (o convicción) para enfrentarse a sus amigos más radicales para no dejar a los agentes a los pies de los caballos.Siguen siendo rehenes (por no decir militantes) del sector más radical de nuestra ciudad.


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