Como ex periodista -ya nunca más lo será, digo yo--, ha aprovechado bien su ascenso en la vida -bueno, yo considero que periodista es lo máximo que se puede ser, pero en fin...-- para sacar 'su' libro. Que no es, por cierto, sino una reedición del que ya sacó a la luz en la temprana fecha de 1994, veintidós años ha. Pero seguro que ,ahora, esta enciclopedia cataláunica se vende mejor, y ya hemos visto que las finanzas catalanas no son tan boyantes, así que todo ingreso extra viene bien: por eso, el responsable de los dineros de la Generalitat y líder de Esquerra, Oriol Junqueras, llamó a toda prisa al ministro 'español' de Economía, Luis de Guindos, que acudió presuroso a la llamada de auxilio económico y accedió a encerrarse con el separatista pedigüeño en el aeropuerto del Prat, a ver cómo el aborrecido Estado español soluciona la falta de liquidez de la que su interlocutor quiere que sea pronto República de Catalunya.
A la Generalitat de Puigdemont, como antes a la de Artur Mas, hay que reconocerle, al menos, que sabe aprovechar muy bien los agujeros que se detectan 'en Madrit', donde hace tiempo que se ha comprobado que no es lo mismo un Gobierno en funciones, débil y preocupado además por su supervivencia, que un Ejecutivo en pleno ejercicio, de la misma manera que no es lo mismo un Parlamento inoperante, convertido en sala de prensa de Pablo Iglesias, que un Legislativo que marcha a toda vela. Claro que una cosa es una cosa y la otra, otra; y puede que algunos consideren algo ya excesivo lo de citar al ministro de Economía en funciones del Reino de España para que desvíe su vuelo desde Bruselas en el Falcon oficial del Estado español, de ese Estado, sí, con el que se quiere cortar, para ser 'recibido' en la sala VIP del aeropuerto por el señor Junqueras. Quien, seguramente para su disgusto, es definido por Wikipedia como "un político español, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya y vicepresidente de la Generalitat de Catalunya".
Uno, la verdad, también cree que las cosas no deben funcionar así: pedir dinero para poner en marcha la separación, y encima en un aeropuerto, queda un poco raro, ¿no?. Es como engañar al cónyuge y encima pedirle el dinero para el divorcio. Raro. Como raro es que el jefe del señor Junqueras reviva ahora su etapa como periodista-al-servicio-siempre-de-una-causa reeditando un libro que publicó hace más de veinte años, y que nada tiene que ver con la actual coyuntura. O sí...
El caso es que volumen habemus. 'Cata...¿qué?'. Sin intención de competir en ingenio, a la hora de titular, con el autor de esta 'cumbre' del ensayo político, se me ocurre que habría que hablar de 'catá...strofe' o de 'cata...clismo', o de dudosa cata...dura moral a la hora del rigor histórico, del oportunismo y del chantaje. Porque no podemos olvidar que el autor de la obra caducada es, a la vez, el jefe directo -o puede que sea al revés...-- del 'recaudador del aeropuerto'. O será que Puigdemont, en su intento de alejarse del resto de los españoles, pretende que veamos a 'Cata...luña' con un 'cata...lejo'. O cortar lazos con una 'cata...na'. Absurdo, sí.
Siempre me he mostrado partidario de dar a Cataluña un trato distinto a otras autonomías, porque no es lo mismo la Comunidad catalana que mi querida Cantabria, por poner un ejemplo, y espero que nadie se me ofenda por la evidencia que expongo. Creo que si, a la hora de discutir el concepto 'nación dentro de la nación española', o un cierto pacto fiscal, se hubiese, desde 'Madrit', actuado de otro modo, más generoso y comprensivo incluso con ciertas 'pasadas' de la Generalitat, otro gallo nos estaría cantando. Como probablemente nada de lo que está ocurriendo, o muy poco, hubiese sucedido si, en su momento, es decir, hace ya bastantes años, un Gobierno de coalición hubiese emprendido las reformas constitucionales y la reorganización legal precisas para 'normalizar' de una vez los esquemas territoriales, administrativos, económicos y sociales de España. Una oportunidad que aún está ahí y que nuestros actuales representantes no parecen, tampoco ahora, capaces de comprender.
Y así, entre reediciones, aeropuertos, desprecios, incomprensiones e incompetencias, vamos a acabar todos como 'cata...tónicos'. O sea, 'pasmaos' y con la boca abierta. Yo, de hecho, ya estoy boquiabierto, o quizá un poco 'cata...léptico', en todo caso inoperante, a la vista del espectáculo que cada día estamos presenciando.