• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Editor del Grupo Diariocritico.

Y, sin embargo, España 'asciende' en el ranking europeo...

Por Fernando Jauregui

Al menos, el Brexit sirvió para dejar en segundo plano el increíble 'affaire' de la grabación de una conversación embarazosa en el despacho del señor ministro del Interior, aunque el mentado señor ministro no tuvo otra ocurrencia que mandar a la policía, parece que sin mandato judicial, a requisar las cintas en el diario digital que publicó la filtración de lo hablado entre él y el director de la agencia antifraude de la Generalitat catalana.

Una muestra, por si hacían falta más, de la descoordinación de un Gobierno en funciones que ha ido funcionando, hasta esta jornada electoral, muy a su aire. Mírense, si no, las melifluas reacciones ante el tsunami provocado por la victoria del 'sí' a salir de la UE en la Gran Bretaña: lo único que se le ocurrió a Mariano Rajoy, presidente en funciones del reino de España, fue salir a decir que hay que conservar la calma.

Como si nada ocurriese, como si los mercados no se hubiesen desplomado hasta extremos desconocidos. Los líderes europeos se reunirán esta semana de urgencia, en busca de planes B, de una redefinición muy seria de los planteamientos y esquemas de la Unión, pero...

Pero Rajoy, que de la cuarta fuerza económica del 'club' europeo ve cómo España asciende, por mero escalafón, a ser la tercera, no estará ni se le esperará en los cónclaves de Merkel, Hollande, Renzi y compañía: bastante atareado estará recontando los votos que le caigan y que le posibilitarán, o no, para formar ese Gobierno fuerte que reclamó en el mítin de cierre de campaña.

Lo que pasa es que todos hablan de Gobierno fuerte -y nunca España lo necesitó tanto, jamás una situación política interna fue tan grave a la vista de cómo se han desarrollado las cosas en el exterior_ y cada cual entiende eso de 'fuerte' a su manera. Pedro Sánchez, cerrando campaña en Sevilla, porque Madrid no es precisamente su feudo; Pablo Iglesias, que concluyó optimista y multitudinariamente en la capital, y Albert Rivera, que cerró campaña de manera casi sigilosa, como ha sido su tónica últimamente. Cada cual contempla la vida, por lo que se ve, del color del cristal, azul, rojo, morado, naranja, con que se mira.

Veremos hasta qué punto el Brexit influye en los resultados electorales de este domingo, veremos si ese referéndum va, o no, a tener una conexión con las reclamaciones de los independentistas catalanes: análisis hemos visto para todos los gustos, casi todos, como es lógico, cimentados sobre el humo; que si el Brexit favorece, o no, al 'statu quo' político español. Ahora es el momento de la encuesta definitiva, como dice el tópico que es la votación en las urnas.

El caso es que puede llegar la 'tormenta perfecta' a escala mundial -maaadre mía, Trump presentando 'su' campo de golf en la explosiva Escocia...-- y quienes aspiran a representarnos parecían ocuparse apenas de lo suyo: de que, si además de Brexit, puede haber 'rajoybreyxit', que si puede o no darse el manoseado 'sorpasso' y qué efectos tendría en esta noche electoral...

Ahí estaba, el a mi entender gran ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, asistiendo este viernes, como si nada, a una espléndida corrida de toros en Alicante: había que dar sensación de tranquilidad y el relajado jefe de la diplomacia española, en una memorable entrevista en 13TV, en la que dijo que ya solamente le queda por ver 'al coletas en La Moncloa', solo parecía pensar en lo bien que viene todo esto a las aspiraciones españolas sobre Gibraltar, que García Margallo es capaz de ver la botella medio llena donde algunos no ven ni botella.

Pero no, no han dado la talla nuestros políticos en un momento en el que el final de una campaña átona, inane, sin ideas, se puso a prueba con una maniobra que a saber de dónde viene -la filtración de una conversación lamentable, ilegalmente grabada, en el despacho de quien debería ser el máximo garante de que estas cosas no pueden ocurrir--; maniobra oscura que les salió mal a sus mentores, que sin duda quisieron poner a prueba el sistema, porque a Gran Bretaña se le ocurrió votar ese mismo día que no querían seguir en la Unión Europea.

No es este el sitio ni el momento de agotar todas las reflexiones posibles sobre el hecho histórico, pero destacaré la oleada de voces indignadas que se levantó en contra de la celebración de un referéndum -"instrumento de dictadores", llegué a escuchar a un político español bastante destacado_y del hombre que puso en marcha este mecanismo perfectamente democrático: aquí, las voces que claman contra el terremoto en la UE están pensando, en realidad, en Cataluña. Aquí, los ataques a Cameron se hacían con la mente puesta en el rival político nacional; a ver si, tirando del ronzal británico, se lograba arrastrar el último voto indeciso hacia los colores propios.

Y aquí estamos: plantados ante esas urnas, temiendo/deseando que pase lo que cada cual teme, o anhela, que ocurra. Ajenos, como siempre, a la Historia universal que nos sobrevuela por encima de las cabezas, algunas bastante huecas, por cierto. Lo que es seguro es que algo importante va a pasar en las próximas horas y quien piense que todo puede seguir básicamente igual, pues que mire hacia el Reino Unido, que está a punto incluso de dejar de estar tan unido, lo mismo que la Unión ya no lo es tanto.

¿No les bastará a 'ellos' para darse cuenta de que no se puede seguir actuando como siempre?¿Qué más tenía que ocurrir para que algunos recapacitasen en la absurda 'jornada de reflexión' acerca de que algo nuevo, muy nuevo, hay que ensayar, que ya no valen los viejos vetos, noes, inmovilismos, chulerías?¿Que no se puede seguir pensando en los intereses 'del partido', en mantener los muebles y los despachos? La solución, quizá, en la noche de este 26-J, que ocurre tres días después de la madrugada del 23-J, otro recuento de infarto. De infarto, ya digo.


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Y, sin embargo, España 'asciende' en el ranking europeo...