• viernes, 11 de octubre de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Los abertzales declaran la guerra al toro

Por Javier Ancín

"La paradoja de esta mamarrachada de los aberchándales es que creen que han perpetrado un acto heroico antiespañol y en realidad lo que han conseguido es levantar el mejor homenaje posible a dos españoles universales, Cervantes y Goya".

Toro de Osborne de Tudela. ARCHIVO
Toro de Osborne de Tudela. ARCHIVO

Anda, mira, unos euskotalibanes aberchándales han echado abajo en Tudela la figura de un toro, declarada patrimonio cultural y artístico, porque dicen que es fascista. La silueta de un toro negro, apuesto, sin más adorno, destruido porque es fascista. Olé, olé y olé.

Esos toros nacieron como una campaña publicitaria de Osborne y con el tiempo se transformaron en arte, reconocido incluso por una ley foral, que los indultó para que pudieran otear tranquilos los caminos de España. Osborne, apellido inglés, por cierto, a veces aparece bajo la fórmula Osbourne, como Ozzy Osbourne, el cantante de Black Sabbath.

Sus primos, los talibanes a secas, demolieron en Afganistán unos budas gigantes de piedra básicamente por lo mismo, porque son contrarios a su fe y no vaya a ser que alguno renuncie y se haga budista. O alguno de nuestros etarrillas aberchándales descubra libremente que España es un país cojonudo y se haga español.

Cuando le pegas a estas cosas, unos hierros con una figura de un toro bellísimo, que alegra de forma elegante los horizontes, en realidad lo que intentas es combatir la libertad porque te aterra que la gente pueda elegir, no vaya a ser que alguno deserte y se pase al enemigo. Un enemigo que solo existe en tu cabeza enferma. Estás acojonado porque sabes que tu causa es puro humo y solo puedes ofrecer violencia para que no se disipe. Tiras el toro porque te asusta la belleza y no sabes ni puedes crear una belleza similar que se asocie a tu eusko causa.

Cuando tu causa, la que sea, necesita destruir una obra de arte, es que tu causa es una puta mierda. Cuando necesitas buscarte un enemigo imaginario, inanimado, y la emprendes físicamente a golpes contra él es que estás como una regadera.

La paradoja de esta mamarrachada es que creen que han perpetrado un acto heroico antiespañol y en realidad lo que han conseguido es levantar el mejor homenaje posible a dos españoles universales, Cervantes y Goya. No hay más que verlos, son la mezcla perfecta de los modelos de las pinturas negras, metáfora de todos los tormentos de este país, descolgados de las paredes de la Quinta del Sordo, y una especie de reverso tenebroso de Don Quijote, el antihéroe español por antonomasia.

¿Puede haber algo más genuinamente español que encarnarse en sus males, eternamente denunciados por sus artistas, como es un puto loco, un enfermo fanático oscuro, con rostro desfigurado, grotesco, goyesco, emprendiéndola a golpes contra un molino o contra un cartel de un toro en la carretera porque piensa que es un gigante o un fascista? Que no son fascistas, copón, que solo son molinos con forma de toro, gilipollas.

Los aberchándales son la reserva espiritual de la España negra que se resiste a desaparecer. Mientras el resto hemos progresado, ellos se aferran a su antiespaña como ya único rasgo identitario. Si no fuera por España, no existirían y se habrían diluido. Es ya lo único que les cohesiona, de ahí su auto odio que los tiene fritos, que ya no saben ni contra qué pegar. Cuando se den cuenta, cualquier día los vemos embistiendo con sus cabezas contra la pared para rompérsela porque con ello creen destruir España, como ese pobre zumbado que está convencido que mutilándose con sus propias manos, va a terminar con el demonio que cree que lo ha poseído.

De verdad, no cabe un tarado más en esta tierra de diversidad de chalados perdidos en la que vivimos. Espero que levanten pronto de nuevo el cartel porque es una maravilla disfrutar por los paisajes de esa figura, ese símbolo tan navarro además, que es un toro plantado con una nobleza que sobrecoge, mirando a la eternidad desde su loma, esperando a que suene el cohete para emprender la carrera del encierro hasta el callejón de todas las plazas de Navarra. Y eso es todo.

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