• viernes, 18 de octubre de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Del antimadridismo también se sale

Por Javier Ancín

"En las celebraciones del Madrid no hay consignas políticas institucionalizadas, no hay ideologías desde la directiva que envenenen a la gente y hace muchos años que dejaron de mirar al Barcelona como rival deportivo porque el Barcelona como rival ya ni existe.

Nacho Fernandez of Real Madrid celebrates on top of the fountain with the trophy at Cibeles Fount during the celebration of Real Madrid after winning their 15th UEFA Champions League title against Borussia Dortmund in London on June 02, 2024, in Madrid, Spain.
Oscar J. Barroso / AFP7 / Europa Press
02/6/2024 ONLY FOR USE IN SPAIN
Nacho Fernández en la fuente de Cibeles con el título de la Champions. ÓSCAR BARROSO / EUROPAPRESS

Yo me acuso, como Zola, qué le vamos a hacer. Es hora de salir aquí y hacer penitencia pública. Hay que ser valientes. Yo también fui del Barça, nadie es perfecto y todos tenemos cadáveres vergonzantes bajo la alfombra. Fui del Barça tanto, pero tanto, tanto-tanto, que llegué a tener camisetas blaugranas y con una de ellas fui a una final de copa, la de Zaragoza contra el Atlético de Madrid, la del doblete de los colchoneros, la de los estertores del Cruyffismo, que perdió en la prórroga con un gol de Pantic de cabeza. Mi sino es perder finales de copa.

Fui del Barça tanto, pero tanto, tanto-tanto, que años después, ya entrados en el nuevo milenio, viviendo en Madrid, llevaba en el coche el himno del Barcelona para ponerlo en los semáforos cuando cruzaba por delante algún chaval con la camiseta de los merengues. Imagínate la estampa, parado en la Castellana, frente a la Cibeles y un notas te pone el himno del Barcelona atronando por la ventanilla del coche para joder... hasta que me di cuenta de que el que más se jodía era yo, siempre con un antimadridismo patológico a cuestas que no llevaba a ninguna parte, porque lo que más cosechaba eran risas del que se daba cuenta o indiferencia, la mayor parte de las veces. A estos cabrones no les molesta, me decía, y no lograba entenderlo desde mi antimadridismo. Y empecé a hacerme preguntas que nunca antes me había hecho. ¿Por que soy entonces antimadridista, por qué es necesario serlo, por qué se me obliga a serlo?

Con los años y con un proceso de desintoxicación largo, me costó más que dejar el tabaco -sigo con mi confesión-, después de darle muchas vueltas, me fui quitando hasta extirparme el Barcelona por completo. En realidad, fue el propio club el que nos fue expulsando a muchos, cuando decidió romper ese equilibrio que más o menos tenía con Núñez entre fútbol y política y decidió primar la política sobre lo deportivo, convirtiéndose en un club antipático hasta para sus propios aficionados. El Barcelona decidió hacerse una entidad completamente provinciana y ahí muchos nos bajamos del carro para siempre. A mí me gusta el fútbol, el juego, las camisetas y los estadios, los estilos y las aficiones, los días de partido y las previas, no tus neuras ideológicas y mucho menos que me tomes de rehén de ellas. Para provincia ya tengo la mía.

El Barcelona optó por encogerse de forma ridícula, con voz de helio, hasta casi desaparecer, como está hoy, arruinado y sin estadio, que a ver si logran terminarlo sin que lo compre antes un jeque y los convierta, como al Girona, en un filial del Manchester City. No son capaces de llenar ni Montjuic en cada partido de lo enanos que se han vuelto.

Después de darle bastante al tarro, llegué a la conclusión de que mucho barcelonismo en realidad es más que barcelonismo un antimadridismo atroz, tremebundo, desbordado, un odio irracional y por lo tanto absurdo. Mientras el Madrid ha hecho su camino, se ha ido universalizando, sumando aficionados, sumando países, sumando adeptos a la causa, nadie te pregunta, todos son bienvenidos, el Barcelona se ha convertido en poco mas que un recipiente de antimadridismo que solo te lleva a tu propia destrucción, como así está siendo.

En las celebraciones de ayer domingo del Madrid no hay consignas políticas institucionalizadas, no hay ideologías desde la directiva que envenenen a la gente y hace muchos años que dejaron de mirar al Barcelona como rival deportivo porque el Barcelona como rival ya ni existe. La decadencia de Barcelona como ciudad y el esplendor de Madrid se explica mucho con todo esto. En las celebraciones del Madrid no hay odio, solo hay alegría, como la felicidad que sienten todos mis amigos madridistas con los que he visto las finales de Champions que han ido ganando estas últimas décadas.

Cuando me quité del barcelonismo me dije que ya solo sería del equipo de mi niñez, Osasuna, y no me haré merengón porque sería lo fácil y ya no tengo edad para convertirme en nada nuevo. El sábado me alegré mucho viendo el partido con mi amigo Eugenio de que ganara el Madrid.

Seguramente Jabois tenga razón cuando dice que no entiende cómo todavía queda gente que no es del Madrid. Es como renunciar voluntariamente a la felicidad.

Entonces, ¿por qué no lo soy? Porque, como escribió Juaristi en ese poema suyo que tiene, tan demoledor, a muchos nos mintieron, y esa cicatriz que nos ha dejado ya nos imposibilita para la dicha futbolística pura, blanca, porque ya siempre sería como impostada. En el pecado llevamos la penitencia. Al menos he sanado de mi antimadridismo y, es hora de reconocerlo, algo más feliz soy. Y eso es todo.

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