- lunes, 02 de diciembre de 2024
- Actualizado 15:29
Miro a Sánchez, acosado por la corrupción que le sube pringosa por las perneras, y me pregunto que para qué se habrá metido este en política. Los políticos que nos mandan, Sánchez, Txibite... a política no se han metido para solucionar problemas, para lograr sociedades mejores, para hacer que la gente viva más cómoda, con mejores recursos, con servicios eficaces.
El triunfo, triunfar. Llegar arriba. La ascensión por el partido, presentarse a elecciones, mentir para que te voten, conseguir el poder. Para qué. No son capaces de lograr que funcione nada. Txibite, por ejemplo, solo tiene una responsabilidad real, hacer que la sanidad navarra funcione. El servicio está destruido. Cada año es una escombrera mayor.
Lo pensaba el otro día en una oficina de Correos tratando de que me localizaran un paquete que no me han entregado porque, dicen, que mi dirección de toda la vida, la que lleva funcionando más de medio siglo, con su nombre de la calle, su numero de portal y su piso con su letra, su maravilloso código postal no existe, que está mal, incorrecta, y que no se han molestado ni en tratar de localizarla, localizarme: devuelto al remitente y que a joderse. ¿A joderse, de verdad? Sí, no hay nada que hacer. Ese paquete que he pagado porque es una compra por internet y que está aún por Pamplona... o no, a saber ya a estas alturas, no me lo pueden entregar tampoco en ventanilla porque no saben decirme ni dónde está. Será devuelto, si es que no ha sido devuelto ya. Y a mí me da ganas de darle fuego a todo porque el paquete es un regalo de cumpleaños que me aseguraron que sin problema estaría en mi poder en, como máximo 5 días. Ya llevo casi 10... y ahora tendría que volver a empezar el proceso.
Sánchez y su lacaya Txibite solo conciben la política como una competición deportiva donde de lo que se trata es de resistir, ellos, arriba, que no les zarandeen las circunstancias los sillones. No caer, a toda costa, aunque te sostengas en un escorzo ridículo asido por el meñique a una grieta minúscula. Y para colocar a amigos y familiares a cobrar sueldos en cargos públicos. ¿Qué hace un tío de Txibite de consejero?
Me cabreo en el mostrador por la absurdez de lo público de no saber entregar un simple paquete en un domicilio de una calle normal, de un barrio de toda la vida y valoro poner una queja, hasta que caigo que nada tiene solución, es verdad, todo es una puta mierda. Como si poniendo una queja el servicio público que es un desastre fuera a mejorar o, al menos, el responsable del desastre de no saber entregar un paquete sea despedido y que un parado de los que no encuentran una oportunidad laboral, la tenga de demostrar su valía.
Miro la oficina de Correos y es todo ridículo, un escenario desolador. Estoy rodeado de estanterías con productos ajenos al servicio, desde libros de temática tan mamarracha como la limpieza del aura y gilipolleces esotéricas así, a mercha con el logo de Correos, como si esto fuera una tienda de un equipo de fútbol o de la Disney: su diadema de orejitas de Micky Mouse con la cornamusa de los carteros. ¿Quién ha convertido un servicio público de envío y recepción de paquetería, que no funciona, en un mercadillo de temática entre maguffa y narcisista? ¿Quien coño quiere un termo para el café con el logo de esto?
Ni por la web con los códigos que me facilitan puedo hacer nada, no encontrados, me dice; ni por el teléfono de atención al cliente, que se cuelga antes de que consiga introducir los números de envío que me han dado que tampoco soporta la aplicación: si el numero del envío tiene letras ponga un asterisco. Es todo desesperante. En la era dorada del envío de paquetes Correos es un agujero negro de la ineficiencia.
A quién habrá puesto aquí Sánchez como jefazo de todo esto me pregunto ya fuera. La única solución que me han dado es que me apuntan mi número de teléfono en un posit y que ya me llamaran si eso. Si eso... bonito protocolo de actuación en caso de pérdida de un paquete. Busco en internet y claro, bingo. Juan Manuel Serrano, amigo y ex jefe de Gabinete de Sánchez en el PSOE durante los años 2014-2018, después de un lustro al frente de la empresa pública, deja Correos con un boquete que supera los 1.000 millones de euros. Él se ha metido en sueldos un millón de euros y ya ha sido recolocado a seguir mamando de la teta del contribuyente, ser amigo de Sánchez tiene premio siempre, en otro organismo público, no sé qué de las autopistas, en bonito: Sociedad Estatal de Infraestructuras del Transporte Terrestre.
En fin, Correos, como cliente, es una estafa. Correos, como contribuyente, es un robo. Y así seguiremos, perdiendo dinero público a chorro, a chorro socialista. Y eso es todo.