- domingo, 08 de diciembre de 2024
- Actualizado 14:27
Algo bueno tiene Coronalzorriz. Estás tranquilamente leyendo un libro, tomando un café o una cervecita mirando al mar, chiringuito, todo es perfecto, junio, el verano por delante, la vida como un clavel reventón, felicidad... consultas en móvil, te salta una noticia donde aparece y te descojonas. Siempre.
Es verlo y no poder parar de reÃr. Yo creo que el algoritmo, esa suerte de demiurgo moderno que nos controla, me tiene calado y por eso me lo calza en cuanto entro en internet. Unos no pueden escapar de los anuncios de robots de cocina, yo no puedo huir de Coronalzorriz. Haga lo que haga y busque lo que busque, me lo endosan. Me lo he encontrado en los sitios digitales más inverosÃmiles, el último cantando a pleno pulmón en un garito entre micheladas y tequilas. Me dio tal ataque de risa que el sorbo de cerveza que tenÃa se me salió por la nariz, dejando perdido el libro que estaba leyendo.
Y no digitales, que mientras tomaba el vermut en una terracita con uno de sus jefes, lejos de Pamplona, apareció Coronalzorriz como un huracán por la calle donde estábamos. Pero qué invento es este. ¿Hay algoritmos analógicos también? Recuerdo que pensé antes de mirar a mi interlocutor volverse pálido de golpe, con cara de qué cojones hace este aquÃ. A mà se me volvió a salir la cerveza por la napia, confieso, del ataque de risa.
Afortunadamente no nos vio y no comentamos nada. Lo tomamos como un fallo en Matrix, que yo fuera de esta hoja hace muchos años que no hablo de polÃtica: tú y yo sabemos que ha sucedido pero en realidad no ha sucedido y no tenemos nada que hablar de lo que sabemos que ha sucedido pero que nunca ha sucedido en realidad.
O dicho de otro modo, como me contó una vez un compañero de curro, un vitoriano que era un pieza de dar miedo y no hacÃa más que gasteiz el dinero que ganaba -y por aquel entonces ganábamos muy bien en los madriles las jóvenes promesas que éramos-, que estando en un puticlub de las afueras de Vitoria, en la carretera de Burgos, al girarse después de pedir un whisky en la barra, se dio de bruces con su suegro. Se miraron durante unos eternos segundos y sin decir nada se dieron la vuelta, yéndose cada uno por su lado. Nunca más se tocó el tema. Jamás. Esto no ha sucedido, en la vida, sobre todo cuando se vuelven a mirar en las comidas familiares, apostillaba con gracia el mamón de él, donde renuevan sus votos de silencio sin decirse ni Irroña.
En fin, que me disperso. Coronalzorriz, decÃa. Se le debió calentar el otro dÃa el morro y la emprendió a leches contra uno de su partido, Page. Que se fuera, que se pirara de la organización, le decÃa en el "tuite". Ya cansa, concluÃa don Ramón el vanidoso. Un mindundi de Navarra diciéndole al único que aún sigue sacando mayorÃas absolutas para su PSOE que se vaya. Joder... y por tercera vez casi me ahogo al leerlo con el sorbo de cerveza que tenÃa a medias en la boca, saliéndose, puta vida, Tete, de nuevo por la nariz.
No se ha vuelta a hablar del tema, por cierto. Cómo irÃa el colega para semejante pasada de frenada. Ni fuera ni en su partido nadie ha dicho ni media palabra. Esto no ha sucedido nunca y si ha sucedido son las cosas de don Ramón, que no hay por donde cogerlas y que no han sucedido, recuérdenlo siempre, jamás. Y eso es todo.