- martes, 10 de diciembre de 2024
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El 40% de los vascos no vota. Y eso que leí que había subido algo con respecto a las elecciones de 2020, las del Covid, que yo no sé entonces quién fue a votar hace 4 años. Lo pensaba ayer, merendando un crepe a orillas del mar de Francia, viendo lo poco que interesan ya las cosas que antes eran tan vitales. Pero tan vitales que te iba la vida en ello, literal, que el aberchandalato te mataba si militabas en partidos que no fueran de su cuerda. Los aberchándales ya tienen la sociedad uniforme que tanto persiguieron a bombazos pero felices tampoco se les ve.
Ya nadie habla de independencia, por ejemplo, se conforman con conseguir Navarra, que se la regalará el PSOE en la próxima legislatura, pero dentro de España. Ya no gritan ni para las fotos, porque a ver de dónde iban a sacar los vascos los 5.000 millones de euros extra anuales, que necesitarían cotizar sus trabajadores, para mantener el nivel de pensiones tresmileurista (en verano y navidad seismileurista) que hoy disfrutan gracias a las cotizaciones de los currelas básicamente de Madrid.
Aviso, que estoy muy tranquilo aquí con mi cafecito al sol, que se abstenga de dar la turra en los comentarios alguno diciendo que tienen derecho porque ellos lo cotizaron y tal, porque, oh, Dios, mío... eso significaría solo una cosa, que no conoce el esquema Ponzi en el que se basa el sistema de pensiones estatal. Es decir, aquel dinero no existe ya, vete y búscalo, a ver si lo encuentras. Je.
De cada 100, 40 están completamente desenganchados de los chanchullos políticos de, se supone, su espacio más cercano, lo que parece que le tendría que interesar más porque le toca más cerca. Sal a la calle y cuenta 40 personas, una detrás de otra, necesitas unos cuantos metros para reunirlas, pues esas pasan de todo el tinglado electoral, de los partidos y de sus monsergas.
Está bonita Francia. Y llena de gente y jolgorio. Allí no tienen problema con los turistas, el gran Satán actual en España, el enemigo abstracto que ha lanzado a la sociedad la izquierda, un nuevo macguffin, para tener entretenido al personal y que no se dé cuenta de lo pobres que somos, precisamente con esa izquierda gobernando y que nos iba a hacer a estas alturas de la película poco más o menos que millonarios. Pago el café olé (sic), 4€ el pozalillo, y el crepe, casi 10€, y me piró a disfrutar de la paz dominical.
Después del crepe me compré un helado y me acordé entre lametones al cucurucho, paseando entre acentos circunflejos, del vertedero de Zaldivar, aquel donde metieron mierda altamente peligrosa, sin control, y que al reventar, murieron dos trabajadores. Uno de los cuerpos no fue encontrado nunca, los acuíferos de Eibar se contaminaron de productos cancerígenos. ¿Pasó algo? Nada. Silencio. Omertá entre el partido de la Eta y el PeneUve. Dentro de unos años se estudiará el incremento de tumores en la zona y las conclusiones no saldrán de las revistas científicas. Y si salen, vete y buscar a los responsables, estarán donde se fueron los dineros de las cotizaciones, al euskolimbo.
También me pregunté, frente al escaparate de una inmobiliaria de San Juan de Luz, cuándo nos habíamos vuelto pobres del todo, pero pobres como ratas. Un apartamento de 80 m2, 700.000€. Uno de 128m2, 1.600.000€. Desde ninguno de los dos se veía la playa. Dos pisos normales. Yo de pequeño conocí a unas cuantas familias que tenían apartamento por esta zona francesa, hoy es ciencia ficción intentar hacerse con uno. Por no conocer, no conozco a nadie de mi generación, cuarentones enfilando la recta de la cincuentena, que se haya comprado una segunda residencia ni en Salou, cosa que antes era de lo más normalita. En fin, cómo nos han llevado al huerto. Al final ese 40% de abstención me parece hasta poco. Y eso es todo.