Oye, ahora que ya me había ido a mi residencia playera de verano, perdida toda esperanza, con mi sillita plegable de nylon en la que sentarme para meter los pinreles en la orilla del mar, mientras leo la Aniquilación de Houellebecq, neverita repleta de cervezas a mi vera, qué alegría me he llevado. He tenido que levantarme las gafas de sol en gesto dramático como de película chunga de sobremesa, confieso, cuando incrédulo vi la noticia en el móvil.
Hasta un Esparza parado da bien la hora dos veces al día, y una de ellas coincidió, albricias, con el ratico que pasan sus señorías cada jueves en el Parlamento de Navarra, para los aberchándales Nafacroa, regüeldo de sapos de una charca estancada y putrefacta.
No sabemos si habrá sido un milagro puntual sin más explicación, un chas, y aparezco a tu lado de Alex y Cristina; un efecto secundario de los 40 benditos grados que calientan la sangre más fría que imagines o porque hasta un pan sin sal se viene arriba con la chicharrera, cogiendo volumen la levadura antes de entrar al horno; el caso es que va mi tocayo Esparza y a los del partido de la eta les llama partido de la eta.
Standing ovation, con el libro en el sobaco y asintiendo con la cabeza al horizonte, bravo... sin mucha épica, hay que decirlo todo, que un tío descalzo siempre tiene más pinta como de viñeta de Mortadelo de Ibáñez que de cuadro para museo.
Y claro, el partido de la eta se cabrea porque, Dios santo, les digan que son el partido que homenajea a terroristas o que directamente los sienta en el escaño, como con Araiz, ese camino ya de abuelo cebolletak que mira ya todo con cara de despiste, medio ciego o medio sordo, como si se le empezara un poco a ir el asunto, pero que en su juventud no tuvo problema en firmar la ponencia Oldartzen, en la que aprobaban que estaba bien matar lo que fuera, a saco, niños, ancianos, obreros o maderos en honor de su patria vasca.
Políticos como a Tomas Caballero también, ya tú sabes, Adolfo, que en Pamplona nos conocemos todos, si con eso conseguían llegar a la Euskkkalerría soñada por la vía rápida, que seguiría sin tener salida al mar para Navarra, solo a la charca de los sapos, como estamos comprobando.
Hasta Maiorga, que en otro tiempo ya le habrían hecho un Yoyes sus compañeros por todo el follón que les está montando, justicia españolaza mediante, con las primarias del partido de la eta en las siglas vacías de EA, alzó los brazos. A ver, un poco, por el que euskodirán, que hay que hacérselo perdonar para ganarse hasta la última nómina que quede por ser cobrada.
La más indignada fue Ruiz, la amiga entrañable del socialista Coronalzorriz, que tiene a un hermano Ruiz condenando por pertenecer a la banda que más niños y mujeres ha asesinado en el último medio siglo. Sangre derramada por la liberación de Euskkkalerria, ya tú sabes también. Sobre niños destripados y mujeres con la tapa de los sesos reventada, clavaremos la ikurriña de nuestra euskonazión. Ah, Irroña... qué teatro de las miserias y las vergüenzas humanas, qué escenario tan propicio para el más absoluto de los ascos y de las nauseas. Cómo me alegro de estar ya tan lejos de ti.
Navarra seguirá siendo el asombro del mundo, que decía Shakespeare, y la puta polla, que digo yo, porque mientras la socialista Txibite tenga por socios a los que han hecho política con el tiro en la nunca, la puta polla también seguirá siendo. Y ahora, si me disculpan, vigílenme el móvil, tú batasuno de la mancomunidad no, aparta tus sucias manos del cacharrillo, que me voy al agua a refrescarme, como el alegre jubilado en el que me he convertido. Y eso es todo.
