Seis de la tarde en una Pamplona oscura, apagada. La fachada del ayuntamiento negra como el alma del alikate. La Irroña batasuna es bastante tétrica. ¿No van a encender las luces? Pregunta alguien. A las seis y media. ¿A las seis y media? Un poco más tarde y las vemos mañana de camino al colegio, se le oye murmurar a una madre que empuja un carrito y lleva de la mano a una niña de unos cinco años.
Dentro del zaguán dos pequeños lloran porque no hay buzón para echar la carta a los Reyes Magos. La traían en la mano y con ella se fueron por donde vinieron. No sé si es maldad o dejadez. El caso es que con Asirón, como decía Núñez, siempre acaba saliendo el número 36/treintaseisoak. Hacia el mismo ladoak son todos los hay txiko, komo te pones, habrá sido un despistoak. Casualidades, ya sabéis.
¿Tanto costará no joder y poner un puto buzón, como otros años, para que los ilusionados niños metan su carta y vivan las navidades ilusionados, sin zozobras gratuitas? ¿Tanto costará iluminar Pamplona los días de fiesta desde la cuatro de la tarde, por decirte una hora razonable de paseo de las familias?
Al alikate le debe costar horrores porque ha decidido que las luces las vean los búhos. Por lo demás, el olentzero patatero sigue siendo el mismo muñeco repulsivo de siempre. Un sacamantecas tradicional, el hombre del saco de los cuentos de terror de toda la vida, además de borrachuzo y fumador. ¿No es hora ya de mover eso? Podrían darle una vuelta a semejante monstruo, no sé.
Exponer a los niños a esa representación, en 2024, tiene que contravenir 10 o 12 puntos de su propia agenda 2030. ¿Es necesaria, por ejemplo, esa apología del tabaquismo, del alcoholismo, esa cara lúgubre, hoy? Es verlo y salir por patas algunos enanos. Normal. Menudo espectáculo. ¿No se dan cuenta?
A ese el alikate sí le ha puesto un saco de arpillera para el valiente que quiera eche su carta dentro. El número 36, vaya, qué casualidad, otra vez, para quien se preguntaba por él.
Hace falta ser gilipolllas para montarse una guerra ideológica contra los niños, pero Asirón es así, un ser no de lejanías, como decía Umbral, sino de bajezas, acomplejado, sin escrúpulos y antipático hasta el paroxismo, dominado por una ideología que nunca ha tenido problema en pasar encima de los críos. Que se jodan los niños que no tienen buzón para echar la carta a Melchor, Gaspar y Baltasar.
Para colmo es día 3 de diciembre. Feliz día de Navarra, en un tarde lluviosa, fría, desangelada y triste. Una Irroña decadente, sin mota de elegancia, sin gota de distinción, de belleza, a la que el alikate le acaba de calzar un logo que parece los maderos iniciales del juego del ahorcado recién impreso en unas banderolas que nacen mohosas.
En el coche, camino del aeropuerto, me ha saltado una cuña publicitaria del ayuntamiento de Irroña en el Spotify donde intentaban ponerle a ese esperpento palabras. Palabras más deprimentes que esas manifas de etarras en las rotondas. Irroña, ven y sal corriendo. Yo, por lo pronto, me voy a la playa unos días, a curarme de tanto feísimo aberchándal. Y eso es todo.
