• viernes, 25 de abril de 2025
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Opinión / A mí no me líe

Indar Gorri revienta el minuto de silencio del Papa

Por Javier Ancín

Se muere el Papa y Osasuna, como institución, decide hacerle un homenaje: coloca en los videomarcadores una foto de Bergoglio con un pañuelo rojo al cuello. Pero los Indar Gorri, a lo suyo, a reventar el minuto de silencio. ¿Y por qué? 

Momento del minuto de silencio por el Papa Francisco. IÑIGO ALZUGARAY
Momento del minuto de silencio por el Papa Francisco. IÑIGO ALZUGARAY

Las últimas veces que he bajado al Sadar he notado que la gente está hasta los cojones de ellos. De esa forma tan dócil, tan poco frontal, tan a poquitos, tan «es mejor tener la fiesta en paz que enfrentarse abiertamente» que gastamos los navarros: un rumor de hastío —ya están otra vez estos cansalmas—, un zumbido de incomodidad, algunos pitos incluso cuando se ponen a desbarrar salvajadas de forma que ni el disimulo de «aquí no pasa nada», carraspeo incluido mirando hacia otro lado, puede ocultar.

Lo que se quiera, sí, pero se palpa que el personal está hasta las mismísimas pelotas de ellos.

Se muere el Papa y Osasuna, como institución, decide hacerle un homenaje: coloca en los videomarcadores una foto de Bergoglio con un pañuelo rojo al cuello. Pero los Indar Gorri, a lo suyo, a reventar el minuto de silencio. ¿Y por qué? Pues porque sí. Si tratas de entrar en su ida de olla, a lo mejor intentan convencerte de que es porque el Papa vestía de blanco, como el Madrid… o como cualquiera de nosotros del 6 al 14 de julio.

Un papa futbolero, hincha de San Lorenzo de Almagro, más de izquierdas que ninguno —Yolanda Díaz tenía pase de temporada en las audiencias vaticanas, por ejemplo— y con poco amor por España, que fue de los pocos países que no visitó en su pontificado. Pero ni así les gusta. ¿Qué les gusta? Los cencerros en el culo, supongo, y sobre todo en la cabeza, que no se los quitan ni para intentar pensar medio minuto sobre sus propios actos.

Intentar buscarle lógica a los aberchándales de Graderío Sur es más complicado que tratar de cuadrar un círculo. Su ideología es un euskonihilismo desquiciado, paranoico, que hace que no sepan ni los valores que defiende el club al que dicen pertenecer.

Si solo van a sacar ikurriñas, podrían hacerlo en un descampado cada día de partido y todos contentos.

Los grupos ultras aberchándales, que siempre se les llena la boca con la palabra «tradición» y con esa otra expresión de «odio eterno al fútbol moderno», no conocen ni las tradiciones ni la historia de Osasuna.

¿Qué aportan más allá de mala imagen a todos los osasunistas que somos civilizados, violencia y multas que cuestan cada año una pasta a las arcas de la institución, es decir, a los que pagan religiosamente la tarjeta cada temporada?

Osasuna es un club católico. Cada partido los jugadores siguen rezando un Padre Nuestro antes de saltar al campo y, al inicio de temporada, el club al completo se traslada a la basílica de Javier para realizar una ofrenda y pedirle al santo que la temporada sea propicia. ¿Conocen la hornacina con San Fermín que preside la zona del banquillo en El Sadar o tampoco?

Aquí honramos nuestro pasado, lo pone bien claro en el túnel de vestuarios. ¿Ellos exactamente a quién honran? Porque al pasado de Osasuna, no. Y eso es todo.

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