La política aberchándal consiste en no hacer nada, que eso es un engorro porque hay que pensar, idear, planificar, construir... sino en mandar notas de prensa que te pública luego el Josebas diciendo al pueblo lo que has hecho, que en realidad no has hecho, pero qué más da. Lo importante es sacarlo a cinco columnas, a todo trapo. Extra-extra, dando vueltas en la cabeza de los parroquianos la portada como en ese recurso cinematográfico: Hemos construido un carril bici de Cizur a Irroña. Pum.
Y que se quede el personal con esa copla en la mollera. En este caso que han hecho un carril bici de Zinedine Zizur a Irroña. Ah, qué bien, mira un carril bici. Si es que nuestro alikate es la bomba, dirán los aberchándales. Y no seré yo quien les quite la razón de que es la bomba, ojo.
El caso es que hacía tiempo que no pasaba por ahí. Había cambiado las ciudades y los hábitos, eligiendo otras rutas para mis salidas de corredor de fondo: tipitapa-tipitapa-corricá pero sin carteles de asesinos y sin subvención pública.
Lo último que sabía es que estaban haciendo un carril bici. El Josebas nos lo iba contando como si aquello fuera un portento. Tenían la zona cortada desde hacía semanas, igual que si estuvieran levantando las pirámides de Egipto o ejecutando una obra de ingeniería digna de dioses. La cosa es que había desechado ese trayecto, hasta hace un par de días que estando por Zinedine Zizur trotando como Heidi por los prados de Suiza, me acordé de que ya lo habían inaugurado y me adentré ilusionado para disfrutar de semejante obrón, financiado con el dinero de nuestros impuestos.
Cojo la acera que discurre paralela a la autovía/autobia de Logroño, como tantas veces había hecho, según el Strava 57, y abro los ojos mucho, para no perder detalle. Comienzo a subir una calle y veo que han desaparecido los coches que estaban antes aparcados, sustituyéndolos por una línea discontinua blanca. Estupendo, me digo, una actuación prodigiosa. Continuo y jugando a buscar las siete diferencias, como en los pasatiempos de antaño, lo único que soy capaz de anotar como nuevo son unos baldosines colocados a intervalos en el suelo con el logo de una bici, que han pintado la acera con unas líneas negras y colocado tres vallas de esas blancas antes de llegar a la gasolinera. Y ya. .
¿Y el carril bici? ¿Esto es carril bici que nos había vendido a bombo eta platillo el Josebas? No me jodas. ¿Semanas y semanas de matraca para esto? Pero qué puta broma es esta... y empiezo a mirar hacia arriba buscando la cámara oculta, porque esto tiene que ser para que pongamos cara de asombrados barra indignados, que nos graben y luego descojonarse en algún despacho aberchándal. O tratar de venderlo en Arco como una performace involuntaria: improvisación carril bici de humo o inexistente carril bici, toma II.
Eso o lo de siempre: haz cualquier mierda, si total por aquí no pasa nadie para certificarlo, lo vendemos como si fuera la hostia para que los nuestros se lo pueden tirar a la cara a los fachas como un proyecto más que hemos ejecutado y todos kontentuas.
En eso de que por ahí no pasa nadie tienen toda la razón porque desde el puente con forma de platillo volante hasta la clínica universitaria, subiendo al trote agónico toda la cuesta del hospital, no me crucé con nadie en bici. En cualquier caso, quién habrá cobrado todo esto, porque alguien lo habrá cobrado y, como siempre en toda obra pública, no de forma barata. Y eso es todo.
