• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

La izquierda ya ha ganado las elecciones en Twitter

Por Javier Ancín

En Twitter Ayuso llegó a estar hasta encarcelada, no os digo más. Luego en la realidad te saca una mayoría absoluta que hace temblar el misterio, vuelve a Sol cuatro años más sin oposición, pero eso son minucias, ¿a quién le importa cuando en las redes ganas todas las batallas por goleada y sin arriesgar la pierna?

Un móvil muestra en pantalla la aplicación en Twitter
Un móvil muestra en pantalla la aplicación en Twitter.

Y si no querías taza, pues tazón. Otra campaña electoral que nos tiran por la cabeza, agua va, de un balde lleno de una gotera. Agua sucia. Agua pringosa. Agua de desván filtrada. Ademas de chirriado, hecho un Cristo de mugre, que es lo peor del asunto. Todo empieza a dar una pereza tremebunda.

Donde estará a estas alturas de la vida la realidad. La de Sánchez, por ejemplo, ha decidido que se quede en las redes sociales, que ahí está cómodo. Nos ha jodido, como todos.

Me cuentan que ha redoblado su labor de tuitero. Frenético, como la peli de Polanski. Su último éxito es convencer a todos los que ya tenía convencidos de que el PP está a favor de la esclavitud infantil. Con dos cojones. Luego, claro, intentas hacer lo mismo con el votante medio de Albacete, de Cuenca, de tierra Estella o de Bollullos del Condado y te miran como a un marciano. ¿Pero qué está diciendo este chalado? Y todo son risas analógicas.

Lo bonito de Twitter, os lo digo yo como exyonki de las redes, es que puedes hacer realidad todos los deseos. Yo qué sé, ser guapo o alto o triunfador o muy peligroso. Los cuidado conmigo que estoy muy loco eran los que más me divertían cuando pululaba por ahí. Loquísimo, sí. Un James Bond de la locura, un killer implacable y violento extremo. Estas tú y Rambo. No hay más. Fenomenal, oye. Ánimo.

Por fin te haces respetar con este perfil anónimo que te has creado. Eres temido, aleluya, entre tu trabajo de ocho a tres que te tiene reventado, comprar en el súper los yogures desnatados que te ha pedido la parienta –no, inútil, azucarados no, joder, naturales a secas- y recoger al txiki de la guardería antes de llevarlo a la extraescolar de bailes regionales. En el rato que espero que termine el tiqui-tiqui me como a tres o cuatro fachas por Twitter. Ser lo que nunca has conseguido ser, vamos, y sin esfuerzo. ¿Cómo vas a renunciar a eso?

En Twitter la realidad deja de operar, no es que esté suspendida, es que la moldeas a tu gusto, que es mejor, sin más esfuerzo que el de teclear sobre una pantalla. Puedes conseguir sin moverte del sofá, con el móvil a un palmo de la cara, que Ayuso sea extraparlamentaria, como consiguió en la penúltima campaña la izquierda.

En Twitter Ayuso llegó a estar hasta encarcelada, no os digo más. Luego en la realidad te saca una mayoría absoluta que hace temblar el misterio, vuelve a Sol cuatro años más sin oposición, pero eso son minucias, ¿a quién le importa cuando en las redes ganas todas las batallas por goleada y sin arriesgar la pierna?

Me empieza a recordar todo esto a cómo salíamos en Sanfermines de los toros cuando íbamos a sol. En andanada se cortaban rabos cada tarde. Luego ya, la realidad te los volvía calabazas o chorizos Pamplonica, pero qué más daba. Durante un rato salías por la puerta grande de tu imaginación, sin saber realmente qué había pasado.

Yo llegaba a casa, recuerdo, y mi madre me contaba la corrida que había visto por la tele, mientras yo me iba encontrando langostinos, magras con tomate y restos de pasteles de Koppo por entre la ropa, camino de la ducha. Le han dado una oreja a tal o cuál y vaya cornada se ha llevado aquel otro. ¿Ah, sí? No me enterado... Y eso es todo.


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