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Opinión / A mí no me líe

El ridículo de 'mosén Nuin'

Por Javier Ancín

A José Miguel Nuin, de Izquierda-Ezkerra, le han montado los aberchándales una manifa de chichinabo en la sede de IU y se ha rilado entero.

GRA089. PAMPLONA (NAVARRA) 28/12/2015.- El coordinador de Izquierda-Ezkerra en Navarra, José Miguel Nuin (d), y el portavoz parlamentario de EH Bildu, Adolfo Araiz, tras la reunión que la Mesa y la Junta de Portavoces del Parlamento de Navarra ha celebrado hoy en Pamplona para tratar, entre otros asuntos, la moratoria en la extensión del Programa de Aprendizaje en Inglés. EFE/Villar López
El dirigente de Izquierda-Ezkerra en Navarra, José Miguel Nuin, y el portavoz parlamentario de EH Bildu, Adolfo Araiz. EFE/Villar López

Creo que sigo escribiendo porque me obliga a estar un poco al tanto de las cosas de Navarra. Tampoco mucho, lo justo. Navarra es mi Memento mori, mi esclavo que me acompaña en el coche recordándome que soy mortal, cuando entro victorioso en mi Roma particular saludando a mis colegas con la ventanilla bajada, de vuelta de los infiernos, invicto y feliz. Quién dice Roma dice Berlín o Viena o Dublín o París o Lisboa o Madrid, recordándome que soy europeo y finito. O del bar de la esquina, que también me vale.

La política cutre de Navarra me recuerda que por mucho que pase momentos de vino y rosas, continuamente, todo tiene un fin, y hay que volver, al menos durante un rato, a la prosa absurda de Pamplona, a la realidad mediocre de la vida de provincia, al atasco de salida de barrio dormitorio sarrigurrino (el que lo sufra, que en Irroña soy de Iturrama), al olor pestilente del metro (licencia poética, que yo vivo aquí pero también allí), a la tomadura de pelo de los tiempos de llegada de las villavesas que marcan en el reloj de las marquesinas siempre erróneamente, al cretino del bar que todos los días se emborracha en el desayuno con la prensa del euskomovimiento berreando luego o al vecino imbécil que no es que no salude nunca en el ascensor, es que además fuma en él dejando una peste nauseabunda dentro, y que es de Podemos, como todas las buenas personas, claro.

La política Navarra es el anuncio ese irritante del Spotify de ritmos latinos que te baja al suelo la moral cuando andas por los cielos disfrutando de un disco de Kasabian, decidiendo si pillarte ya las entradas para verlos en el Mad Cool del año que viene, con Pearl Jam, Dios... Pearl Jam, como cuando íbamos al Velódromo de Anoeta año sí año también a verlos a Donosti el siglo pasado (Alvarito, si lees esto, manifiéstate). O esperar un poco más, hasta que empiece el año para montarte la agenda con calma, con criterio, que ya tienes una edad, regulando, no vaya a ser que el BBK meta un pelotazo inesperado y te pille con los dedicos cazados en los madriles.

Problemas del primer mundo, lo sé. Qué se le va a hacer. Para una vez que vivimos no lo vamos a hacer como los aberchándales, con el ceño fruncido y las sandalias en verano, con esos pelos en los dedos gordos tan horribles, dando pena todo el rato y creyendo que su existencia es una putada que debe de ser redimida a bombazo limpio. Bueno, es verdad, ya no meten bombas, ahora solo se aprovechan de las que metieron durante 40 años, desbrozando el camino. Pero ni por esas cambian el ceño, tú. Han ganado, lo controlan todo y aún no les resulta suficiente. Qué gente más rara para el disfrute de las cosas terrenales son estos creyentes en patrias multimilenarias. Los ateos vivimos mejor. Comprobado.

Me he ido fuera a vivir en estos puentes que los celebra todo el mundo menos el putero confeso del Revilla, el Urkullu demodé de nudo gordo en ñla corbata, como de presi de paraíso fiscal, y la presidenta de los vascos de Navarra, que no le sale de la arruga del entrecejo hacer su trabajo representándonos a todos. Unos tienen que tolerar que vaya a un acto de unos centros privados de enseñanza, el Nafarroa Koñez o Ñoñez o algo así, que no estoy muy puesto, pero ella no puede corresponder yendo a celebrar la constitución pública del 78, que aunque no le guste en el fondo es la que le da de comer, y a la que muchos navarros les gustaría que su presidenta fuera en su nombre a celebrarla. Uxue es así, una sacerdotisa de la secta que pagamos todos obligatoriamente, sin opción de marcar casilla en la declaración de la renta para que solo la sostengan ellos, los suyos, para los que desgobierna. Por tantos. Por tontos.

En fin, que termino de esquiar allende los montes forales, me ducho y me bajó al bar del hotel, que tiene chimenea y buen wifi, por ese orden, y me conecto a ver qué ha pasado en el solar foral, para recordar que soy mortal, con la tranquilidad de que hay tema para descojonarse seguro y del que escribir un rato con un café calentito. Y ahí estaba, esperándome.

Mosén Nuin agobiado, desencajado, acojonado incluso, porque tres abuelos aberchándales, quién dice tres dice veinte, pero veinte de verdad, contados, le han montado una manifa de camelo en la sede de IU en la calle Mayor con cuatro carteles y tres grititos contra ellos, con lo antifascistas que eran, joder, y se ha cagado. Literal.

Mosén Nuin, hostia, que esto ya es una fiesta, copón, un despropósito con el que partirse el culo, como nos partimos ya todos, a calzón quitado. Como para haber vivido en los años de plomo, amenazado, un poquito, con esas cosas que hacían los aberchándales que metían todo el miedo en el cuerpo de verdad porque si perdías te desangraban.

Ahí mosén Nuin se hubiera vuelto loco, pero de remate, en vez de cobrar el sueldo con tranquilidad como siempre hizo, sabiendo que los toros los veía desde la barrera, tranquilo, con pachorra de sacristán de pueblo, o mejor, desde el balcón oficial, con más perspectiva, de obispo rojo, mientras otros se jugaban la vida enfilando Mercaderes, antes de la curva de la Estafeta, para su divertimento y los de tantos como él. Qué ridículo hacen algunos políticos hoy, a destiempo, como mosén Nuin, pienso. Él sabrá.

Me vuelvo a las pistas, a seguir disfrutando de esta afición que la tenía un poco oxidada del esquí, que el tema no da para más. Seguimos la semana que viene si no me rompo la crisma entera. Se despide Radio Pirenaica desde una sierra nevada lejana, como un maquis anónimo y clandestino echado al monte, armado con gafas de ventisca y calcetín gordo. Hasta el Pico Veleta, siempre. La burguesía vive, la lucha sigue, camaradas y camarados. Seguiremos informando. Y eso es todo.


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