- jueves, 23 de enero de 2025
- Actualizado 12:09
Este domingo me junté con la cuadrilla de siempre a contar las batallitas de siempre y a planificar las futuras, que para eso son estas comidas de hermandad navideña, para seguir dándole hilo a la cometa hasta que diga basta, hasta aquí, no hay más en el carrete. Cada vez el momento está más cerca pero hasta que llegue, no queda otra que darle a la vida lo que la vida pide: combustible, a poder ser, fósil.
Se nos juntaron en las copas varios chavalillos universitarios, familiares de uno de nosotros, a escuchar nuestras movidas y con lo que más fliparon es con lo que menos podíamos sospechar. Te pegas la tarde intentando escandalizar a la juventud -qué más quiere un viejo que transgredir, aunque sea de recuerdo- y al final, lo que les deja con la boca abierta es una sandez tan grande como esta: ¿pero bajabais a la universidad en coche?
Sí, claro, la mayoría: Polos, Corsas, algún Golf... yo tenía un Ford Fiesta. Coches viejos pero fiables. Si te aburrías y no te apetecía quedarte en el bar de la facultad te ibas a San Sebastián a merendar, un bañito y volvías a Irroña para la cena.
¿Qué hay de extraordinario en coger el Opel Kadett GSI de un colega, con 200.000 kilómetros encima, meter las mochilas e ir al apartamento de Salou de los padres de otro, a descansar, es decir, cambiar los Sanfermines por los Slammers? Pues por lo que se ve, mucho.
Esto que era el día a día hace 25/30 años de cualquier grupo de amigos, movernos de aquí para allá con una libertad que considerábamos lo normal, hoy a la chavalería le parece ciencia ficción.
Cómo han cambiado los tiempos. Es decir, cómo les han engañado. Lo pensaba yendo a casa dando un paseo desde lo viejo, casa de la que eres propietario o falta poco. Hay que vivir a un cuarto de hora, veinte minutos, andando de la plaza del Castillo, lo demás es barbarie, sobre todo en una ciudad donde no hay taxis.
Después de una década de gobiernos nacionalistas y socialistas, que llegaron a Nafarroa, decían, a darle futuro a los jóvenes, los jóvenes están más muertos de hambre que nunca. Y Hualde/Falde cada vez más gordo, tú. Exitazo de los aberchándales del partido de la ETA, del partido nacionalista de las nueces de la ETA y del partido socialista socio de los del partido de la ETA.
Mi generación es la última que, aunque renqueando, ha llegado más o menos a los puertos a los que llegaron nuestros padres. La nueva ya ni de coña va a llegar, salvo que te metas en política y medres como Coronalzórriz o su mentor Santos Cerdán, dos buscavidas que si no llega a ser por el PSOE, que se lo permite hacer de forma oficial, a saber con qué y a quién estarían engañando. Jetas siempre va haber.
Como el aberchandalato, que lleva ya una década en el poder, no os ha podido dar nada, jóvenes y jóvenas, para que no os quejéis, Barkos y Txibite os han dicho que todo a lo que no podéis acceder es por el bien del planeta. Y como pardillos se lo habéis comprado sin rechistar. No tenemos coches porque hay que salvar a las focas del Ártico. No tenemos trabajos porque la industria contamina mucho y hay que desmantelarla. No podemos acceder a viviendas como vosotros y entonces va Txibite y se inventa una movida para colocar a los suyos a cuenta de este drama: agencia público-privada para fomentar la construcción de viviendas de alquiler asequible.
A este paso, muchachos, os van a tener que salvar las focas porque los que vais a estar en peligro de extinción sois vosotros. En fin. Gora Euskadi askatuta, Palestina, el planeta, cuidado que si no estoy yo forrándome como buen progresista viene la ultraderecha, o las mierdas con las que os entretengan ahora. Levanta al puño, joder, no seas fatxa.
Id pidiendo vez en el txiringuito que dice Txibite que va a montar, no para que seáis propietarios de una vivienda, que no hay un puto euro (qué tiempos aquellos de las VPO de los ‘malvados’ socialdemócratas de UPN) sino para que la alquiléis. Pues nada, ánimo, a alquilar. No tendréis nada y seréis felices... a base de Prozac y socialismo aberchandal que, una vez más, ha vuelto a fracasar. Y eso es todo.