• martes, 19 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Si matas al enfermo se acabó la lista de espera: vota PSOE

Por Javier Ancín

Hoy entrar en el hospital de Navarra da miedo porque la incertidumbre de si llegarás a tiempo al diagnóstico lo inunda todo. Las historias que te llegan desde dentro de pacientes, trabajadores... son para dar terror.

Otra vez Shakespeare. Siempre. Qué calados nos tenía el inglés cuando, en la comedia Trabajos de amor perdidos, escribió la celebérrima frase ya, de que los navarros seríamos el asombro del mundo. Y tan asombro... y tan perdidos. En cuanto al amor, eso lo dejamos para los tradicionales ritos de apareamiento veraniegos en Salou, entre trago y trago en el bar Kalea.

En Navarra pasan cosas asombrosas. Los aberchándales y los socialistas se han cargado el Sistema Navarro de Salud con total tranquilidad. Fue entrar ellos en las instituciones y caer todo en picado, con ka. Hemos perdido la mejor sanidad de España con sus gobiernos identitarios vascos y pasar-pasar, lo que se dice pasar, lo asombroso, es que no pasa nada. Sus votantes están calmados y no montan gresca porque el yogur que te traen si te ingresan no es blanco sino rosa sabor progresista.

Ahora la lista de espera es interminable pero normalizaba lingüísticamente, tenemos un cartel que dice colonoscopia/kolonoskopia, así que no hay nada de lo que quejarse porque esperamos en bilingüe, por fin, mientras el cancer de tripas avanza, tan callando.

Morimos sin rechistar. Ese es el verdadero triunfo de la política sanitaria aberchándal socialista, el silencio, no te vayan a llamar facha por quejarte de que llevas esperando medio año a que te metan en cola, ni siquiera para que te den cita.

El silencio como sinónimo de civilización es otra de esas trolas que nos han inoculado estos gobiernos del PSOE con los partidos de la Eta y las nueces.

Confundimos el silencio con tantas cosas. Ay... Por ejemplo, con la educación.

Creemos que una sociedad callada es más educada, más pacífica incluso, y yo siempre recuerdo aquella vez que en Helsinki vi una bronca en un garito donde volaron puñetazos y todo tipo de vajilla de cristal en completo silencio. No se escuchó ni una voz. Nada. Ninguno de los que se zurraron dijeron ni una palabra. Ni nada dijo tampoco el portero que los sacó a leches, alguno ensangrentado, a la fría noche finlandesa.

Que no te engañen. El silencio es sinónimo de barbarie. El silencio es sinónimo de muerte. Un cadáver no dice ni Pamplona.

Qué tiempos aquellos en los que el mayor drama que teníamos con la sanidad en Navarra era que el yogur era siempre natural y las lentejas llegaban sosas. Éramos felices, estábamos sanitariamente en un centro puntero, bien atendidos, podíamos confiar, y no lo sabíamos.

Una década después todo se ha ido por el desagüe. Hoy entrar en el hospital de Navarra da miedo porque la incertidumbre de si llegarás a tiempo al diagnóstico lo inunda todo. Las historias que te llegan desde dentro de pacientes, trabajadores... son para dar terror. Ahora el escritor que mejor encaja con Navarra es Edgar Allan Poe.

La nueva ocurrencia de Txibite que empieza deslizar en papeles, siempre la lluvia llega antes en la previsión que a la calva desnuda del que pasea por la calle, es dejar de hacer pruebas diagnósticas a los mayores de cincuenta años para acabar así con las listas de espera.

Si matas a todos los pacientes, acabas con el problema de los retrasos. Un plan sin fisuras. Jaque mate, fachitas. Y eso es todo.


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