• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

El nacionalismo vasco no fue antifranquista

Por Javier Ancín

A poco que pongas la oreja y los ojos te encuentras siempre, incluso aunque no quieras ni ver ni escuchar, con nacionalistas vascos, esa plaga bíblica de lemmings con slogan en bucle y martillo neumático, dando la matraca sin parar. 

Imagen de un homenaje en el barrio de Iturrama a los presos de ETA. NAVARRACOM
Un cartel de apoyo a los terroristas de ETA en el barrio de Iturrama de Pamplona. NAVARRACOM

Saben que la historia la hacen las trolas que sean capaces de colar -los dogmas no se discuten- y en ello están todo el santo día: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad - Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler de 1933 a 1945. Podía haber continuado, el cojo, muchos años más en el cargo pero, afortunadamente, los chicos antifascistas de las divisiones yankees aerotransportada 101 y la 82 mandaron ese régimen asesino al retrete de la historia.

Un nacionalista vasco antes que cualquier otra cosa es un nacionalista vasco. Tiene una misión. Primero la patria vasca, después lo que sea: el individuo, la vida, los amigos, la pareja, el ir al súper a hacer la compra o limpiarle el culo al bebé que llora en la cuna. Un nacionalista vasco sube primero a un monte a poner una bandera de sus asesinos presos, luego, si no se hace tarde, a mirar el paisaje. Un nacionalista vasco prefiere meterte un mitin a echar un polvo. No es casual el chiste, que siempre encierran bastante de verdad, de que follar en Euskadi no es pecado, es un milagro. Primero las cosas de la religión de la patria vasca, después ya veremos si queda tiempo para lo demás.

Últimamente el nacionalismo vasco anda percutiendo con dos trolas que quiere convertir en dogma verdadero incuestionable. Una que la transición de la dictadura a la democracia fue lo peor que nos pudo caer encima y la otra, que la organización terrorista nacionalista vasca eta fue antifranquista.

Por mucho que se empeñen en sacar el estropajo para limpiar la sangre y vísceras que los nacionalistas vascos derramaron, hay luz ultravioleta con la que teñir de fosforito el chandrío, para que se vea bien y no se olvide. Que el nacionalismo vasco tiene un problema con la violencia que ellos mismos nos han causado es evidente, y hasta que no dejen de huir hacia adelante y asuman su historia de putrefacción, no pararemos de señalárselo. Y aquí estamos, otra vez.

El otro día un senador batasuno recomendaba en tuiter un libro sobre la transición española donde la tesis estelar era que no merecía respeto porque había costado 500 muertos entre 1975 y 1982. El senador de rosadas mejillas se choteaba -Jojojo...- diciendo que en España hubo más muertos que en Eslovenia, modelo ahora de los catalanes independentistas como vía para materializar su neura a sangre y fuego.

Lo que no contaba el senador de amplios carrillos y estrecha vergüenza es que esos muertos que quería encasquetar a la Transición, sobre todo los pusieron los nacionalistas vascos sobre la mesa, para ver si descarrilaba todo el proceso y podían pescar en aguas revueltas instaurando su delirio. Solo en 1980 eta asesinó a 100 personas. Echen cuentas.

La otra monserga que quieren convertir en verdad es que ETA fue una organización que nació para luchar contra el franquismo. Esta trola es fácil de refutar. Eta, que dicen que nació para luchar contra Franco, es la organización, muerto Franco, que más antifranquistas ha asesinado: Lluch, Lopez de Lacalle, Tomas Caballero...

Eta no fue antifranquista. Al nacionalismo vasco, como dictador, Franco se la soplaba. Eta atentaba contra el estado español, contra la estructura, sin que le importara que fuera una dictadura como la de Franco o una democracia como la actual, a la que han intentado derribar durante décadas, afortunadamente por ahora sin conseguirlo. Da igual la fórmula en la que se articule: dictadura, monarquía, república... el nacionalismo vasco tiene por enemigo el estado español. Y eso es todo.


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