• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Ni una mujer del PSOE ha condenado a los puteros socialistas

Por Javier Ancín

En abstracto no tenían problema en llamarnos puteros a todos los hombres pero cuando el caso se concretó en puteros reales con nombre y apellidos, como compartían escaños y botones para votar con ellos, como eran del PSOE, desaparecieron los prejuicios morales hacia la prostitución.

La historia es un proceso, dicen. Es decir, un conjunto de zombis que avanzan, como los de las pelis, más o menos rápidos, se aceleran o se frenan tampoco se sabe muy bien el motivo, más o menos de forma descontrolada pero todos formando una misma torrentera.

El discurrir parece un caos de cuerpos medio desmembrados pero fluyen hacia una misma dirección. Nunca se sabe muy bien por qué tuercen por esta calle concreta o desbordan los muros precisamente en ese punto. Sucede, y luego nos pegamos años intentando dilucidar los motivos de por qué sucede lo que sucede.

El Psoe cíclicamente se pone estupendo, es decir, se disfraza: feminista, moderno, ecologista, resiliente (sea eso lo que sea y signifique lo que signifique)... las chorradas que piten en ese determinado momento presente, las gilipolleces con las que vean que ganan más votos; pero siempre acaba en lo mismo, una punta de lanza de zombis puteros y farloperos cutres, sórdidos, juerguistas viejos y denterosos fotografiándose en calzoncillos.

Siempre en manada, que estas cosas nunca las hacen individualmente los socialistas, lo de irse de putas, digo. Sucede... y no deja de llamarme la atención, porque la humanidad dio un salto evolutivo social cuando empezó a ocultarse para follar y cagar, creando incluso escenarios específicos para ello.

Al único burdel que he entrado lo hice con mi novia y llevaba cerrado 2.000 años, sepultado por la lava de un volcán. Estaba en Pompeya, y allí ya había cubículos particulares para ocultarse con la Agripina de turno a yacer fuera de la vista de todos.

El PSOE vuelve siempre a un estado previo a la civilización por algo que se me escapa. El amor por la barbarie, por la falta de refinamiento de esa gente es digno de mención. Para que todo el mundo lo entienda: seguro que hay escenas de descarte en las que José Luis Torrente se hacía filas de cocaína con el carnet del PSOE pero que fueron eliminadas del montaje final por demasiado obvio el chiste.

Pero si extraño es lo de ellos, lo de ellas, las compañeras diputadas del PSOE de los compañeros diputeros socialistas, es aún más sorprendente. Ni una ha dicho ni Pamplona sobre el tema. Nada. Ni mu. Cero. Ni por vergüenza torera, por el qué dirán de nosotras los libros de historia, tan feministas, tan contrarias a la prostitución como éramos hace una semana, antes de que Tito Berni reventara el grupo socialista ya sin remedio alguno. Esperaremos a la nueva hornada de zombis.

En abstracto no tenían problema en llamarnos puteros a todos los hombres pero cuando el caso se concretó en puteros reales con nombre y apellidos, como compartían escaños y botones para votar con ellos, como eran del PSOE, desaparecieron los prejuicios morales hacia la prostitución.

Ni por salvar la dignidad del partido, el gol del honor que dicen los futboleros. Oye, pero ni una. Hay elecciones a finales de año y quien se mueva contra los puteros, que es como decir contra Sánchez, que es como decir contra el PSOE, no sale en la foto, es decir, se queda sin sueldo en el congreso para otros cuatro años. Y eso es todo.


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