• jueves, 25 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Tras la pasarela de Labrit, toca el paseo de Sarasate de Pamplona

Por Javier Ancín

La tala de esos árboles han impedido a los aberchándales aprobar la remodelación del paseo para convertirlo por completo en peatonal, y no una isla elevada como ahora, al mismo nivel que las calles, facilitando el tránsito de personas por su superficie.

Desde hace años tengo en mi mesa de trabajo blanca, de paredes blancas, de silla blanca, aséptica como los pasillos de una central nuclear, las obras completas de Lorca, que dan color a la estancia. Las abro al azar cuando me aburro de pensar en Irroña, pico sin ton ni son y las devuelvo a la pila de libros que va ascendiendo hasta el cielo.

"Leñador. Córtame la sombra"... y con ese verso me he quedado dando vueltas tres veces esta semana. Tres veces he caído en el mismo poema, supongo que será un vicio de la encuadernación del libro, que hace que se abra más por esa página cuando lo partes en dos con las manos, buscando huir de Irroña y no un capricho de los dioses, queriéndome decir algo sobre ella.

"Leñador. Córtame la sombra"... como una súplica. Sácame de aquí, que la sombra siempre es una metáfora de la cárcel, que la sombra rara vez es en esta ciudad una bendición, que en Pamplona apenas hay días de calor, que en Pamplona lo que necesitamos es todo lo contrario: solanera. Losas tibias y suelo raso, a falta de cielo sin nubes.

Cortar la sombra, los grilletes que nos aprisionan para poder salir de la lánguida celda en la que nos recluyen. Para que la sombra sea útil necesitamos luz y luz es precisamente lo que casi siempre escasea en la gris Irroña.

“Leñador. Córtame la sombra”... y libéranos de ella, de nosotros mismos.

Ya que estamos arreglando Irroña, estoy por iniciar un serial. Tras la pasarela de Labrit que querían los aberchándales derribar después de que Asirón la dejara cuatro años secar, como el poema del naranjo muerto de Lorca -para levantarla de nuevo, dicen, que eso siempre está por ver-, un derroche de materia y material no intentar arreglarla como al final así ha sido, un atentado contra el planeta, sin conciencia ecológica alguna, podríamos seguir por el paseo de Sarasate.

Una vez le oí a un ecologista, cuando le preguntaron qué hacer con los pinos naturales tras las fiestas de navidad, que no había que hacer nada... tirarlos, convertirlos en astillas, en serrín. No merece la pena replantarlos. Lo más ecológico era volver a comprar otro el año que viene porque los árboles son un cultivo más, como el trigo. Se siembra, crece y se siega para poder volver a plantar el siguiente y que crezca y que vuelva a ser segado. Me pareció una propuesta de lo más sensata.

El paseo de Sarasate de Irroña tiene unos árboles sin valor naturalístico alguno, no son piezas singulares, desde hace menos de 35 años, que fue durante el año 86, el del mundial de la mano de Dios de Maradona, cuando empezaron a talarse los olmos enfermos que había antes.

La tala de esos árboles han impedido a los aberchándales aprobar la remodelación del paseo para convertirlo por completo en peatonal, y no una isla elevada como ahora, al mismo nivel que las calles, facilitando el tránsito de personas por su superficie.

"Leñador. Córtame la sombra"... menos aquí, que por unos árboles que ya han cumplido su ciclo vital, que podrían ser sustituidos por unos diferentes, saneados, para iniciar la vida de nuevo, no quieren remodelarlo porque para unas cosas utilizamos de excusa la ecología pero para otras no. Para unas cosas decimos cuidar el planeta pero para otras no. Cosas de aberchándales, lo de siempre, no ha dios que los entienda. Y eso es todo.


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