- lunes, 09 de diciembre de 2024
- Actualizado 07:31
Mientras la gasolina está de rally camino de nuevo de los 2€ el litro, el aceite de oliva de toda la vida disparado a la estratosfera, por ahora, de los 12€ y la cesta de la compra de media, en menos de un año, ha pegado un subidón de más del 11% -la particular de cada uno a saber, porque yo revisando tickets del súper he visto que la leche que compro desde hace años me ha metido un disparo de más del 25% en el corazón-, aquí estamos con los idiomas, los gestos, las amnistías, las identidades y el sexo de los ángeles, que como sea como el de los aberchándales será escaso.
Con algo se tienen que entretener, digo yo, mover papeles, meter follón, hacernos creer que trabajan en algo por nuestro bienestar concreto, mientras la vida nos ahoga cada vez un nuevo peldañito abajo. "No puedo más con la hipoteca. Ayúdeme, por favor, señor político. Yo le voté creyendo que iba a solucionarme mis problemas". "No se preocupe, póngase este pinganillo y páguela en su idioma regional, se sentirá mejor, ya lo verá".
Pensaba ayer viendo lo absurdo que es que cada uno hable por encima en un idioma para que al final todos lo escuchen por debajo, con el pinganillo, en el mismo, el español, que esto de los idiomas tiene su miga.
Si fueran rasgo distintivo de algún tipo de identidad, los vascos se sentirían los más españoles del mundo, todos conocen el español, y los menos vascos del planeta, apenas un cuarto de ellos se comunica habitualmente en euskera. En Navarra ni te cuento, que ese dato de conocedores y usuarios del vasco se desploma por debajo del 15% después de lustros y lustros metiendo, a paladas, dinero público para que la gente adopte un idioma, que por lo que sea, no adopta: falta de tradición familiar, dificultad de aprendizaje, poca utilidad práctica, no le sale los cojones... lo que los modernos llaman ausencia de motivación real. O Franco, claro, que después de medio siglo muerto también es muy socorrido para echarle la culpa de estos fracasos presentes al dictador. Espero que no del uso del gallego, que como buenos gallegos, entre Fraga y él se comunicaban en el idioma de las follas novas.
La miga se alarga lo que quieras. Es más elástica que el txikle. Pasen y vean. Es decir, quieren crear un país identitario apoyado sobre todo en lo lingüístico a pesar de que el 75% de tu población no habla euskera, separándose sin lógica alguna de España a pesar de que el 100% habla español. Ya no existe ni el socorrido tío Nikasio, muerto hace ya mucho, que vivía allí arriba en el baserri y que se ponía siempre de ejemplo de desconocedor del idioma común, y que no necesitaba en realidad ninguno porque no se relacionaba con nadie más allá del putetxe en fechas muy concretas. Ahí más que de idioma Nikasio tiraba de lengua.
Centrándome en lo que nos toca, el aberchandalato, te hablan de identidades milenarias monolíticas, homogéneas, puras y nunca contaminadas vente como Aitor Estaban, el del PNV, que es medio soriano por parte de madre (podría haber sido nacionalista castellano por el mismo motivo que lo es nacionalista vasco) o Matute García de Jalón, Oskar con ka, el de Bildu, que con esos dos apellidos es más identitariamente riojano que los caparrones de Anguiano o las peras de Rincón de Soto, las que le gustaban al tío Nikasio. Luego que por qué la política se explica mejor desde la psiquiatría o Freud que desde la “cencia”, pues por cosas así, joder. Cansos, que sois unos cansos.
Estamos expuestos a gente con traumitas familiares que nos los quieren calzar como sociales, atemporales, universales. A ver si algún siglo nos cae un político que tenga el trauma identirario con la cartera y nos saca por fin de pobres. Mientras tanto estamos fotuts, compañeros. Pero mucho. Y a callar, en todos los idiomas regionales que se os ocurran. Y eso es todo.