• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Más bella que la Victoria de Samotracia será la de Osasuna

Por Javier Ancín

Hay que robarle el lema al adversario, como el titán Prometeo roba el fuego a los dioses para que lo disfruten los mortales: hasta el final, vamos Osasuna. No dejes de luchar. No dejes que nadie te diga que no queda tiempo. Siempre queda.

La vida como viaje, como trayecto, como periplo. La vida como movimiento. La vida como escalera helicoidal, la de la peli Gattaca; hacia el cielo, como la canción de Led Zeppelin; en la que el vecindario se cuenta historias de anhelos, de sueños, como la obra teatral de Buero Vallejo; o sin escalera, solo colina, como la de Sísifo, que cada noche empuja cuesta arriba una pesada piedra que al llegar de nuevo el día le vuelve a aparecer abajo, en el principio.

La vida como camino, de Jagoba, Jacobo, hacia los 41 puntos, que como el de Santiago, no termina donde termina siempre, en la plaza del Obradoiro de la permanencia sino que puede continuar hasta el fin del mundo: Finisterre.

Llegar, quemar las ropas y volver a empezar, como la oscarizada y futbolera película de Garci. Siempre se puede volver a empezar, hasta cuando el final está tan cerca. El final como principio. La final como origen de nuestras creencias. Ten fe, saber ganar es tenerla. Sin ganas no ganas, si no crees que puedes lograrlo, pierdes. Más bella que la Victoria de Samotracia será la de Osasuna.

Hay que robarle el lema al adversario, como el titán Prometeo roba el fuego a los dioses para que lo disfruten los mortales: hasta el final, vamos Osasuna. No dejes de luchar. No dejes que nadie te diga que no queda tiempo. Siempre queda, cuando se acaban las horas quedan los minutos, cuando los minutos se secan brotan los segundos y cuando parece que ya no hay más, tras los segundos aparecen las centésimas y después las milésimas. Osasuna nunca se rinde porque Osasuna no se agota jamás.

El tiempo siempre es relativo, el tiempo siempre se está terminando, por eso no hay que dejar de pelear hasta que el árbitro, la parca, pita el final y lo siega, con su guadaña, entero y para todos, para siempre. Cuando el tiempo se termina se convierte todo en infinito.

Y volverás a entrar como ese Ulises que desembarca por fin en Itaca, su casa, por el túnel del Sadar, que tiene escrita en sus paredes una leyenda eterna, "aquí honramos nuestro pasado", convertido en él, para ser honrado.

Casi 20 años después, como el héroe griego, volvemos de donde partimos. Casi 20 años después, supervivientes de la guerra de Troya, regresamos más sabios.

Osasuna está salvado, por fin, de nuevo, que quizás es como decir que la vida comienza ahora, hasta donde llegues, corriendo ligero, el horizonte lejano de una competición que aún no ha concluido. Sigue, Mercurio, mueve las alas de tus pies.

Quedan ocho partidos de liga y una final de copa del rey esperanzada. 24 puntos para llegar a Europa, raptarla cuando se suba a nuestros lomos, como Zeus disfrazado de un toro blanco correremos con ella por Mercaderes, y 90 minutos para alcanzar la gloria de un título, que si lo cazamos, podríamos celebrarlo en la escalera que sube de la cuesta de Santo Domingo a la iglesia de San Cernin, levantada sobre los restos del templo romano dedicado a Diana, junto al fresco inmenso de la diosa sobre fondo rojo de Osasuna. Y eso es todo.


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Más bella que la Victoria de Samotracia será la de Osasuna