Comienza la campaña electoral, otra más, que no interesa a nadie. El voto está completamente decidido. Es más, hay ganas de votar como no recordaba, a la contra, arrojando la papeleta con fuerza a la cabeza de lo que más asco te de, abofeteando con el sobre la cara del candidato que más insoportable te parezca. Nos las podríamos ahorrar, como cuando jugábamos al PC fútbol y le dabas directamente al resultado, sin ver ni jugar el partido, que era la parte más coñazo del juego. Hoy las campañas son un tiempo indistinguible al ordinario: no recuerdo a Sánchez fin de semana sin vuelo con el Falcón pagado por todos para darse un mitin solo con los de su partido.
Venga, a votar y a otra cosa, que esto ya es ridículo. Miremos los resultados, rápido, que las encuestas están bien pero no es lo mismo, es solo un sucedáneo que no llena. Necesitamos café, no achicoria. Necesitamos un Ducados, no este R1 que no llena el pulmón de humo y que paradójicamente hace que te ahogues más, queriéndote ahogar menos.
Como en España la trola no penaliza políticamente, se ha generalizado hasta el absurdo. Antes las trolas, las gordas, las promesas locas, los disparates, se reservaban para la campaña, ahora ya todo da igual porque la trola ha pringado la totalidad del espacio y del tiempo político. No encuentras una verdad ni cuando el candidato va al médico.
Es la gran aportación del sanchismo a la politología española, por lo que será recordado Sánchez, demostrar empíricamente, a conciencia, que puedes mentir estando en el gobierno, siempre, a todos, abiertamente, sin miedo a que te pillen, sin preocuparte de las hemerotecas ni los históricos de las redes sociales, y no bajar de un 25% de intención de voto. Esa y la de fumarse ya por completo todas las líneas rojas morales, éticas, decentes, que evitaban al ciudadano la náusea ya completa.
Con Sánchez y este PSOE, que es el PSOE de siempre, tampoco vamos a engañarnos, el PSOE del doberman como innovación publicitaria que dio la salida al barrizal, el estercolero político no ha hecho más que aumentar cada legislatura. Si quedaba un último rincón para la decencia que era no pactar con terroristas, el PSOE lo ha meado. Si Sánchez necesita escaños para seguir en la Moncloa, los escaños de la Eta le suman igual que los de cualquier otro partido. Que se lo digan a Txibite, alumna aventajada de esa estrategia de acordar todo con el partido de los terroristas.
Pero por lo que sea, esto que ya todos lo sabemos, que el PSOE pacta tranquilamente con el partido de una banda criminal, esta vez ha tocado el nervio de la sociedad y se ha hecho bola indignada que rueda ladera abajo.
44 condenados por terrorismo meten los socios de Sánchez en las listas municipales. Cómo ha debido de ser la cosa que hasta a los etarras les ha dado vértigo porque se pueden quedar sin la alcaldía de Irroña -Txibite presidenta, Asiron alikate-, y han decidido maquillar el asunto asegurando –cree tú a un asesino, que esa es otra- que no tomarán posesión los siete que apretaron el gatillo.
La realidad del asunto es que nos cuelan 37 que sujetaban de rodillas al inocente de turno para que los otros le reventaran la cabeza de un tiro, porque dicen que esos no tienen las manos manchadas de sangre. En fin, y a esos es a los que Sánchez, en una carrera demencial, ha dado orden de sacar la cara, salvarlos de las quejas y lamentos de las víctimas, a toda costa, porque con alguien tiene que pactar el PSOE para seguir mamando sueldazo publico también en lo municipal y autonómico navarro. Y eso es todo.
