- domingo, 12 de enero de 2025
- Actualizado 20:28
Plausible la conducta del ciudadano, que ha presentado una queja ante el Defensor del Pueblo, debido a que la administrativa del centro de Salud de Alsasua, según leo, le denegó la asistencia médica urgente, sugiriéndole acudir por la tarde, y loable la contestación de la institución vigilante de los derechos de los navarros, que plantea, según parece, una posible formación en materia sanitaria del personal administrativo de los Centros de Salud.
No entraré en el fondo, pues no conozco exactamente los detalles de la queja ni de la contestación, y no me parece estar capacitado en materia salud, para emitir una opinión correcta al efecto. Sin embargo, sí pienso que el dispositivo, que a partir de la pandemia, al menos en los centros de salud que conozco, se instaló: una pantalla de metacrilato con un “interfono”, creo se denomina así, con el objeto de aislamiento, con altura variable para la comunicación entre paciente y personal administrativo, crea muchas dificultades, además de una falta total de intimidad y privacidad con la persona que nos precede ante el mostrador.
Instalación supongo que necesaria, pero un gran impedimento, sobre todo para personas mayores y con dureza auditiva, e incluso las que no dominan nuestro idioma, para mantener una fluida conversación con el administrativo/a al otro lado de la pantalla, aunque se suele contagiar una inmediata empatía, a veces por la demora y prisas, del resto de ciudadanos que están en la cola, prestos a aportar opiniones en la sintomatología de la persona que les precede, y también he visto casos de un parcial desnudo mostrando el lugar de la dolencia.
Esta interrelación se agrava cuando la persona que acude a pedir cita va en lugar de su cónyuge, padres o familiar conviviente, y tiene a veces hasta que recurrir al móvil para recabar más detalles de la sintomatología requeridos por el administrativo/a. La ausencia total de privacidad e intimidad genera, sin embargo, en ambos casos un positivo fomento de la solidaridad de los impacientes sitos en los siguientes puestos de la cola.
No sé si lo comentado es motivo de queja al Defensor del Pueblo, o labor de los “responsables” del Departamento de Salud, para que estos centros dispongan de espacio que permita una cierta libertad de expresión del paciente de forma privada e íntima.
Parece que el Gobierno quiera también inmiscuirse en nuestra privacidad y estado de salud, y además de contar con la Ley de "Des-Protección de Datos”, así como con la detallada información personal a facilitar para acceder a una plaza en una instalación hotelera, a este paso acabaremos quedando como se dice vulgarmente ”en cueros”.
No obstante, Feliz y esperanzador 2025.