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Opinión / Tribuna

Nada es por casualidad y menos en política

Por José Luis Díez Díaz

Esa gota de aceite que ha impregnado, y amenaza con seguir ampliando el cerco de esta trama, de presunta corrupción, de algunos significados cargos y ex cargos de la política navarra, no son precisamente una casualidad.

GRAFCAV8069. PAMPLONA, 11/05/2023.- El secretario de organización del PSOE, Santos Cerdan (2d) acompaña a las candidatas a la presidencia del Gobierno de Navarra y a la alcaldía de Pamplona, María Chivite (c) y Elma Saiz (2i), respectivamente, junto a Ramón Alzorriz (i) en el inicio de la campaña electoral que comienza esta noche y que finalizará con las elecciones el próximo 28 de marzo.EFE/ Jesús Diges
Imagen de archivo del ex secretario de organización del PSOE, Santos Cerdan (2d) acompañando a las entonces candidatas a la presidencia del Gobierno de Navarra y a la alcaldía de Pamplona, María Chivite (c) y Elma Saiz (2i), respectivamente, junto a Ramón Alzorriz (i).EFE/ Jesús Diges/ARCHIVO

Se atribuye al presidente (1933-45) de EEUU, F. D. Roosevelt, la frase: “En política nada ocurre por casualidad, cada vez que un hecho o suceso, o evento acontece, seguro que está previsto de esa manera”.

La casualidad la entendemos por hechos que ocurren por azar, sin una conexión clara de causa y efecto, y la causalidad es algo muy diferente: se refiere a acontecimientos o hechos que tienen una causa o relación y que producen unos efectos previstos.

Siguiendo el desarrollo de esta trama (organización criminal, dice el auto judicial) de presunta corrupción que está acorralando al Gobierno de la nación, encabezado por el PSOE, nos encontramos con audios, vídeos, conversaciones grabadas, indicios, que sin duda implican, cada vez, a más personas, detectando unas conductas y formas de actuar que nada tienen que ver con una mínima ética pública o privada, y son sin duda un ejemplo causal de una trama política.

Sin embargo, parece una casualidad que estén imputadas tres de las cuatro personas, del mismo credo o “ética pública”, que durante una etapa preelectoral han compartido un vehículo recorriendo España: “la banda de los cuatro”, y precisamente el presunto cabecilla (dice alguno de ellos también el tonto útil) en estos momentos quede al margen de cualquier responsabilidad.

Pero esa gota de aceite que ha impregnado, y amenaza con seguir ampliando el cerco de esta trama, de presunta corrupción, de algunos significados cargos y ex cargos de la política navarra, no son precisamente una casualidad.

Dada la peculiaridad de la población de nuestra Comunidad Foral: conocimiento de personas, clanes, amigos, sociedades, empresas fantasmas, etc., se llega a colegir que no es precisamente casualidad, sino CAUSALIDAD ser el epicentro de esa trama, dado el origen y génesis de la misma, por relaciones familiares, connivencias políticas, enchufes, creación de chiringuitos, y otras compensaciones, y con la coincidencia (¿casualidad?) de optar por un determinado, “dorado e impune” exilio voluntario o quizás forzado.

Es posible que algunas de las personas que les ha alcanzado esa mancha aceitosa, molesta y dada a equívocos, no tengan implicación directa en la trama, e incluso no se llegue a una sentencia condenatoria de todas las personas que aparecen como protagonistas, pero queda en evidencia la calidad moral de estas últimas. Esas repentinas dimisiones en ámbito privado, o las obligadas, y las defensas numantinas de algún político que no tiene dónde ocuparse, son muestra de una indecente falta de ética tanto privada como pública.

El Gobierno navarro rechazaba esta semana “desde la ética pública” el contenido de las grabaciones reveladas en el “caso Koldo”. No llego a comprender la frase, y menos de acuerdo a lo que el filósofo ex rector de la UN, Alejandro Llanos, escribe en su Humanismo cívico: “La separación entre moral personal y ética pública tiene en su base el cuestionamiento de la competencia moral de los ciudadanos comunes y corrientes”.

Elisa de la Nuez, secretaria de Fundación Hay Derecho, en artículo titulado Responsabilidad jurídica, política y ética, finalizaba: “Antes de cualquier otra cosa, está la simple ética, la prudencia […] o la ejemplaridad que debemos exigir a todos nuestros responsables políticos, empezando por los que tienen más poder. Responsabilidad que no se exige en los juzgados pero quizás es lo más esencial para la buena salud de una democracia”.

JOSE LUIS DÍEZ DÍAZ

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