• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Columnista de El País y Europa Press. Colaborador de TVG, Radio Galega y La Región.

Mariano y Felipe coinciden en algo

Por José Luis Gómez

Mucha gente, incluso del PP, se pregunta por qué Mariano Rajoy se empeñó en ser de nuevo candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno,

cuando si hubiese dado paso -pongamos por caso- a Alberto Núñez Feijóo, el PP tendría muchas más opciones de mejorar su resultado y, en cualquier escenario, más facilidades para pactar la formación de gobierno, ya que a Feijóo nadie podría reprocharle -ni siquiera insinuarle- si cogió o no cogió sobres, si pagó o no obras en B, si le envió mensajitos a Bárcenas, etcétera, etcétera. Feijóo, del mismo modo que Pablo Casado y otros políticos jóvenes del PP, hubieran podido hacer campaña sin complejos, de igual a igual, con Albert Rivera, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, pero con la ventaja de tener detrás el partido más votado, que en política no es precisamente un asunto baladí.

¿Por qué razón se empeña entonces Mariano en mantenerse al mando, siendo el político peor valorado? ¿Qué le impele a poner en riesgo las opciones de gobierno de un gran partido como el suyo, con millones de votos, sea quien sea el candidato?

Hay quien piensa que Mariano Rajoy se aferra al cargo por su seguridad jurídica, teniendo como tiene el partido que preside imputado en causas de corrupción, decisiones judiciales que le atribuyen el manejo de dinero B y sospechas publicadas en grandes medios de comunicación sobre los dichosos sobres de Bárcenas. Pero no necesariamente tiene porque ser así, ya que la justicia en España, aunque sea lenta, demuestra que goza de un mínimo de independencia. Si algo tiene que pasar, pasará. Más bien puede ser por su familia y especialmente por sus hijos.

Su círculo más íntimo sabe que Mariano no se niega a irse en algún momento, por aparente voluntad propia, pero también sabe que se niega a que lo echen. No quiere que sus hijos puedan pensar que es un corrupto y se revuelve ante los ataques que lo señalan. Rajoy presume de que él no se ha llevado nada y de que es un hombre honrado, que además ganaría más dinero como registrador de la Propiedad que como político. Sólo la justicia o en su defecto los historiadores dirán la última palabra.

Su entorno político íntimo -el de verdad- conoce bien cada uno de los detalles de lo que estamos hablando, y también que, en el fondo, se aprovecha del presidente. Ni Margallo ni Jorge Fernández ni Cuco serían lo que son sin Mariano, y por eso le insisten tanto en que siga adelante.

Lo mismo le pasa a su cuñado. Son ellos, junto con Arriola -a otro nivel-, los que verdaderamente influyen en las decisiones personales del presidente del Gobierno. Los demás, incluidas su amiga Ana Pastor y Soraya, gestionan y tienen poder e influencia pero no forman el criterio político personal de Rajoy.

¿Qué puede suceder ahora? Lo más probable es que el PP obtenga más votos que en diciembre, sin que por ello eso se traduzca en una mayor ventaja en escaños, ya que la entrada de los votos de IU en el cesto del recuento, junto con los votos de Podemos, puede hacer cambiar de manos la adjudicación de los últimos escaños en varias provincias españolas.

Será muy difícil que el PP y Ciudadanos obtengan la mayoría absoluta para gobernar pero no es menos probable que el PSOE tenga dificultades para gobernar con Podemos, lo cual le da ventaja al PP y a Rajoy, al menos para formar Gobierno. Otra cosa será que pueda gobernar contra una mayoría de izquierdas en el Congreso, reforzada por los nacionalistas. En eso Rajoy puede ser que coincida con el análisis de Felipe González: "Será más fácil que haya investidura a que haya un Gobierno que gobierne". Y si una vez reelegido presidente se tiene que ir se irá. Alberto Núñez Feijóo debe estar preparado por si llega ese día.


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Mariano y Felipe coinciden en algo