• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Osasuna gusta pero no culmina

Por José Mª Esparza

Los rojillos dieron un repaso futbolístico al Celta en todos los órdenes del juego, pero se estrelló una y otra vez ante la portería del argentino Dituro, que detuvo todo, hasta un penalti.

Partido correspondiente a la segunda jornada de la liga entre Osasuna y Celta jugado en el estadio de El Sadar. MIGUEL OSÉS
Partido correspondiente a la segunda jornada de la liga entre Osasuna y Celta jugado en el estadio de El Sadar. MIGUEL OSÉS

Mejoró Osasuna respecto a su estreno liguero ante el Espanyol. Repartió mejor los roles, trenzó con ritmo el juego, siempre vertical, abierto a las bandas. No pasó apuros en defensa, se hizo con el control del centro del campo, pisó área cuantas veces lo intentó. Y sin embargo careció de acierto ante el gol.

El Celta quiso pero no pudo. Apareció armado adelante, pero no obligó a Sergio Herrera ni una sola vez. Luchó por controlar la parcela ancha, pero tuvo que cambiar a sus efectivos ante su impotencia por llevar peligro adelante. Sufrió el acoso rojillo, que les obligó a cerrarse atrás, tratar de dormir el juego, y confiar en su portero Dituro, héroe del partido.

Dos puntos de seis posibles, ni un gol en 180 minutos, sin una victoria en casa. En fin, la tabla clasificatoria no engaña. Los guarismos mandan en fútbol, deporte irrespetuoso como ninguno con las victorias morales. Sin embargo, en este caso, a la luz de la superioridad futbolística sobre el Celta, merece Osasuna un voto de confianza.

Cuando se juega bien a fútbol los resultados llegan sí o sí. Eso seguro. Ante el Espanyol apuntó mucho el equipo de Arrasate, pero distó de la imagen ofrecida ante el Celta. El movimiento frenético de balón, de pie a pie, descolocando al rival, verticalizando con velocidad, trajo a la retina las mejores prestaciones dadas por este Osasuna, con ritmo y fútbol aunque sin gol, claro.

A Jagoba Arrasate se le presentan un montón de opciones a la hora de confeccionar la alineación. Para enfrentarse al Celta, felizmente llegado Manu Sánchez, optó por el once ideal de la temporada pasada. Bueno, el once no, el diez. Faltó Budimir, reemplazado en esta ocasión por Quique García, la antípoda futbolística del croata.

Todo apunta a que el ex armero, un auténtico gladiador del balón y de cuanto haga falta, mantendrá con el ´príncipe’ una reedición de la alternancia en la presencia en la alineación que éste mantuvo con Jonathan Calleri. El míster debe elegir por la clase o la brega incesante, la precisión o el trabajo a destajo. Una cosa es trabajar para el gol y otra marcarlo.

Ante Budimir, Quique García y… Ezequiel Ávila, que poco a poco recupera sensaciones y atrevimiento. Casi nada. Una tripleta temible dispuesta a partirse la cara por sus colores. Tres hombres capaces de acercarse por sí solos a la treintena a final de temporada. El problema es cómo articularlos entre sí y con el entramado del resto del conjunto.

La cuestión consiste en responder a qué queremos jugar para facilitar el gol. Resulta incompresible, e invita a imaginar cosas extrañas, incontables, relegar a un jugador de ocho millones, inasumibles para Osasuna, para darle los minutos finales de un partido, cuando el juego trepidante se ha terminado y las señas de identidad en efectivos y juego poco tienen que ver con las de la primera mitad.

El resumen del partido ante el Celta resulta sencillo: el fútbol ha llegado, el gol todavía no.


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Osasuna gusta pero no culmina