• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Los tres puntos no logran solucionar el atasco

Por José Mª Esparza

La victoria homenajea a un gran rojillo, al inolvidable vicepresidente José Delfín Biurrun, pero no logra esconder otro mal partido rojillo, con serios problemas de juego a la hora de proponer fútbol.

Partido entre Osasuna y la Cultural Leonesa disputado en El Sadar (51). IÑIGO ALZUGARAY
Partido entre Osasuna y la Cultural Leonesa disputado en El Sadar. IÑIGO ALZUGARAY

Osasuna sigue atascado en el juego, pero en esta ocasión al menos ganó. Quizás por ser menos malo que el rival o simplemente por acertar más. Porque, claro, goles son amores, y todo lo demás sobra. Los tres llegaron en ocasiones aisladas: el primero de una falta, el segundo de un disparo que Lasso sacó de la chistera, y el tercero de un obús perfecto que sorprendió hasta a su propio autor, Señé, que llevó el miedo a todo el estadio. Victoria por la mínima ante un recién ascendido que tocó balón pero sin intención ni peligro alguno hasta que los de Diego Martínez dieron ese paso atrás fatídico que tanto gusta al míster. Partido malo de solemnidad, pero con tres puntos que es de lo único que entiende la tabla clasificatoria, y festejan los aficionados durante la semana.

Decía Diego Martínez la semana pasada que prefiere jugar mal y ganar como en Sevilla, a hacerlo bien y empatar como sucedió en Zaragoza. A partir de ahora podrá añadir a la Cultural Leonesa al referirse a lo de jugar mal y ganar en casa. Sin embargo, la lógica del fútbol asegura que quien juega como debe, es decir, bien, gana noventa partidos de cada cien. Y quien juega mal no suma como le gustaría. Así lo confirma el equipo navarro sobre todo en El Sadar, donde no ha ganado ni la mitad de los encuentros, y volvió a pedir la hora ante los leoneses. Sin duda, Osasuna dispone de más recursos en su plantilla, al menos los suficientes como para no sufrir semejantes estrecheces.

Los pupilos de Diego repitieron la salida tromba como ante el Nàstic, a por todas. Sin embargo, hasta la media hora no inquietaron a Palatsi, aunque apenas con una ocasión y media. Muy poco botín para toda la primera mitad, si no fuera por el libre directo a la cruceta de Quique en el minuto 44, cuyo rebote ajustó Mérida con cierta fortuna al palo largo tras atravesar el balón una nube de adversarios. No obstante, el gol cambió el partido a peor. Los rojillos volvieron del descanso dando dos pasos atrás, algo que la grada les recriminó y llevaba camino de bronca. El gol de Lasso concedió una tregua al técnico, pero el zapatazo de Señé cuatro minutos después volvió a meter el miedo en el cuerpo, que en este caso, y ojalá sirva de precedente, el entrenador alejó.

Diego Martínez sorprendió mucho con el trueque de Aridane por Unai García, menos con el de Quique por Xisco a la espera de ver lo que depararía el encuentro, y poco o nada con la salida de Lasso por un Roberto Torres de bajas prestaciones continuadas que ha cedido su plaza de canterano a Kike Barja. Luego, Quique se reivindicó como lanzador de faltas, y Lasso aportó movimiento y variables al ataque como media punta, pero sin llegar a meterse entre las líneas de la poblada defensa leonesa, con cinco hombres atrás, ni voltear la predecible y previsible ofensiva rojilla. Aportar más que Torres resultaba fácil, pero cambiar la metódica fisonomía del entrenador vigués son palabras mayores.

El método Martínez resulta tan previsible que tras el descanso el público silbó el consabido y esperado repliegue en lugar de festejar el gol reciente. La grada puso en el grito en el cielo cuando acortó la Cultural a falta de media hora y siguió cercando a Sergio Herrera. Era preciso alejar el peligro y el míster acertó. Lo consiguió con Xisco reteniendo el balón en campo contrario, con el correcaminos Arzura para cortar la salida de balón leonesa, y con la construcción de una defensa de cinco con un tercer central, Unai García. Le funcionó la estrategia, que el limitado equipo leonés no acertó a superar. De hecho ya no creó apenas peligro. A duras penas logró sacar el balón de su área en los instantes finales.

De todas formas, lo que no consiguió borrar Diego Martínez es la imagen de un mal encuentro, ni la de un equipo que sigue atascado en el método, y menos aún a la de un conjunto que sigue jugando a chica en lugar de apostar a grande. Ése es el verdadero problema. Los tres puntos se quedaron esta vez en El Sadar, pero también las dificultades que le pesan a este equipo para proponer cosas.

Un apunte más, el recuerdo a José Delfín Biurrun. ¡Qué gran hombre! En todas las facetas de la vida, desde la entrega su familia, el mejor legado que nos deja, a su pasión por Osasuna. Sencillez, entrega, buen ánimo y mucho corazón. Llegó a lo más alto saludado con la victoria de su equipo, y sobre todo con la emoción por el respetuoso y sobrecogedor minuto de silencio. Imposible no querer a semejante pedazo de persona. Desde la plaza de palco principal que ha recuperado en el cielo con su humildad en la tierra ayudará a Osasuna, no a ganar, “que eso también lo puede pedir el rival y ponemos a Dios en un compromiso”, decía, sino a hacer bien las cosas, con sentido común, responsabilidad y honestidad, que en fútbol es lo más difícil de encontrar. Hasta siempre, José Delfín.


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Los tres puntos no logran solucionar el atasco