• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Tribuna

No es la educación, es la libertad

Por Manuel Sarobe Oyarzun

El autor defiende en su artículo la libertad de los padres para elegir qué educación darles a sus hijos, tras el "burdo ataque del Gobierno de Navarra a la libertad de enseñanza".

El consejero de Educación, Carlos Gimeno; la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite; y la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, conversan durante una reunión programada entre ambas en
El consejero de Educación, Carlos Gimeno; la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite; y la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, conversan durante una reunión. ARCHIVO

San Cernin, Irabia-Izaga y Miravalles-El Redín son los mejores colegios de Navarra. Eso es lo que dicen al menos los distintos ránkings que periódicamente se publican, y confirman los resultados de la última EvAU, según los cuales el 98,1%, 98,8% y 97,7% de los alumnos respectivamente matriculados en 2º de Bachillerato en dichos centros –este es el dato verdaderamente relevante- ha superado tal prueba. En el conjunto de los institutos públicos esa cifra ronda el 73%.

Cualquier gobernante comprometido con el bien común debería mimar a esos colegios, incluso socializar su exitoso método pedagógico, pues la excelencia educativa sienta las bases de una sociedad próspera. No es el caso de Navarra, cuyo Ejecutivo ha perpetrado un burdo ataque a la libertad de enseñanza poniendo la proa a los centros del Opus Dei, so pretexto de acabar con la segregación por sexos.

Nótese la artera utilización del peyorativo término 'segregar': “Separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales” (RAE). Jamás oirán decir que una ikastola segrega a sus estudiantes por razones lingüísticas.

Enredadas en estas vainas, a nuestras mediocres autoridades no parecen importarles los verdaderos problemas de la educación. Tenemos un modelo pedagógico obsoleto. Andreas Schleicher, creador del informe PISA, asevera que la educación española prepara a los alumnos para un mundo que ya no existe. A ello se añade el cada vez más bajo nivel de exigencia. La ley Celaá apuntilla la cultura del esfuerzo al permitir pasar de curso e incluso obtener los títulos de la ESO y de Bachiller con asignaturas suspendidas. La imparable devaluación de la enseñanza condena a la juventud a la precariedad y a los bajos salarios, cuando no al desempleo. También a la frustración, pues quienes aprueben sin estudiar pretenderán, en buena lógica, cobrar sin trabajar. El bíblico “ganarás el pan con el sudor de tu frente” ha dado paso al “ganarás el pan con el sudor del de enfrente”.  

En Euskadi, peneuvistas y socialistas mantienen la subvención a la educación diferenciada. El drama de Navarra no es que haya sido gobernada por nacionalistas y ahora por socialistas, sino que nos han tocado en suerte los más sectarios de entre todos ellos. El debate estrella de las próximas elecciones debería enfrentar a María Chivite con Idoia Mendía, su colega vasca, para explicarnos por qué resulta tan diferente ser socialista a uno y otro lado de la muga,  no sólo en materia educativa.

Quizás ello se deba a la siempre tóxica influencia de Bildu, irrelevante en Euskadi –Urkullu será nacionalista, pero no tiene un pelo de tonto- y con mando en plaza aquí, merced a un PSN que traicionó sus promesas. Así nos va. El siniestro Araiz acusa a los centros afectados de ralentizar la implantación de la educación mixta a la espera de que los tribunales acaben tumbando el atropello capitaneado por Carlos Gimeno -vaya racha de consejeros de Educación llevamos…-. A quien fue embajador de la dictadura etarra debe incomodarle que haya ciudadanos libres dispuestos a defender sus derechos constitucionales accionando contra la LOMLOE. 

Una batalla con muchos visos de éxito, pues el Tribunal Constitucional sentenció en 2018 que la educación diferenciada -opción pedagógica basada en el distinto desarrollo madurativo de ambos sexos, que busca optimizar las potencialidades propias de cada uno de ellos- no puede considerarse discriminatoria, como ya entendió la Convención de la Unesco de 1960 -confirmada por una ONU en 1999- y el Consejo de Estado, en su dictamen 625-2.011.

Los magistrados recuerdan que la Carta Magna garantiza la libertad de enseñanza y la creación de centros docentes, siempre que respeten los principios constitucionales, y concluyen que, siendo la educación gratuita, no cabe penalizar el modelo diferenciado negándole financiación, pues ello vulneraría dicha libertad

Estudié en un instituto público masculino, donde recibí la mejor educación imaginable. Mis hijos lo han hecho en colegios mixtos. No tengo vinculación alguna con la Obra, pero haría cuanto estuviera en mi mano para que quienes han elegido la enseñanza diferenciada que ofrecen sus centros puedan seguir haciéndolo. Porque, ante todo, soy un apasionado amante de la libertad; un valor cada vez más en peligro, dada la creciente obsesión de los poderes públicos por achicar nuestro ya reducido ámbito de autonomía personal, pretextando protegernos. Quieren unos ciudadanos moldeados a su gusto, con el mismo código de barras. Rebélense contra ello, porque hoy es la educación, pero mañana no sabemos qué será. Recuerden el mensaje del aclamado poema de Martin Niemöller; “Primero vinieron por los comunistas…”

“Pro libertate patria gens liberta estate”, reza el lema de los Infanzones de Obanos que se puede leer en la fachada del Palacio de Navarra. Quién iba a decirnos que, tantos siglos después, esta ansia de libertad seguiría tan plenamente vigente, ante los abusos de poder de quienes ocupan dicho Palacio.


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No es la educación, es la libertad